ETA

La gran farsa

La Razón
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Durante los últimos días los llamados mediadores intentaron sin éxito que Francia les garantizara la impunidad en su intervención en la entrega de las armas de ETA. No fue así y quizá por eso, se han pasado el Sábado de Dolores y el Domingo de Ramos siendo interrogados por las autoridades francesas. No es la primera vez. En febrero de 2014, aprovechando que pasaban por nuestro país, la Fiscalía de la Audiencia Nacional les interrogó para conocer lo que sabían sobre el desmantelamiento de los zulos de la organización terrorista que habían anunciado un mes antes en Toulouse. De nada sirvió entonces que esta tropa viera la citación como una «amenaza». Además solo declararon tres de ellos. Los otros tres salieron cagando leches que diría Pérez-Reverte. El que más fino estuvo fue el sedicente presidente de la Comisión Internacional de Verificación, Ram Manikkalingam, quien aclaró que lo de ser mediador fue una propuesta que le llegó por carta de ETA y que cobraba por su «trabajo» 750 euros al día. Papelón. El resto de ellos: Michel Tubiana, Jean-Noël Etcheverry, Matteo Zuppi, Ram Manikkalingam, Harold Good y Jean-René Etchegaray no pasarán tampoco a la historia. A la historia de una farsa.

Esta vez, la Fiscalía española ha dejado en manos del juez Velasco la petición de la Guardia Civil de ponerse en contacto con Francia para conocer el alcance del «arsenal» entregado. Pero como las noticias vuelan, ya sabemos que las armas entregadas son 120, a las que hay que sumar tres toneladas de explosivo. Y claro, las cuentas no salen. Sólo del robo cometido en Vauvert, en plena tregua, faltan por aparecer 160 pistolas nuevas, además de otras cinco toneladas de precursores para fabricar explosivos. Y los expertos en la cosa armamentística recuerdan también que pocos meses antes de que la banda anunciara el fin de sus asesinatos, compró tres misiles de los que no se tienen noticias.

Las armas entregadas solo podían servir ya para una cosa: determinar cuáles de ellas fueron utilizadas en crímenes aun por esclarecer. Es la única verdad de todo esta puesta en escena que, por cierto, ha pasado sin pena ni gloria a causa de otros terribles atentados terroristas en Egipto y Estocolmo. Privarles de su publicidad y mentiras es lo único bueno entre tanta desgracia.