Gobierno de España
La gran regata
Exceptuada la última jornada, no le ha sido posible al Rey este año participar en las regatas de vela de Palma de Mallorca, su gran pasión. El propio Felipe VI ya apuntaba hace días que «estas vacaciones son atípicas por la situación política», algo tan cierto como que la propia agenda, sobre todo exterior, del jefe del Estado lleva probablemente demasiado tiempo condicionada por un bloqueo político que trasciende los muros de La Moncloa y la carrera de San Jerónimo y amenaza con agarrotar a la Zarzuela. En esa ultima jornada de la 35ª copa del Rey de vela resultaron especialmente indicativos los comentarios de compañeros de equipo del Monarca, al que vieron «muy al mando, llevando el timón y especialmente tranquilo». Es el mismo temple que, a pesar de juegos políticos ajenos a intereses de país, está demostrando hasta la fecha Felipe VI en esta primera «gran regata» de su reinado.
Tras las elecciones de junio algunos síntomas y detalles han mostrado un «aprendizaje acelerado» con respecto a la etapa posterior a las de diciembre. De entrada, con su encargo a Rajoy para intentar la investidura y formación de gobierno consiguiendo que Ciudadanos se aviniera a una negociación por la que no parecía haber demasiadas prisas y que ahora sin embargo está al menos más cerca de cuajar, a la espera de lo que se haga y se diga en el nuevo encuentro previsto para hoy Rajoy-Rivera, Rivera-Rajoy en el Congreso. Respuesta perfecta al burdo desliz del líder de la formación naranja tratando de implicar al Rey en los devaneos de las negociaciones en pos de una investidura.
Elemento añadido nada desdeñable es que con la aceptación de la propuesta –llámenlo encargo– Mariano Rajoy se acababa convirtiendo y con independencia de lo que finalmente ocurra, en algo así como el candidato oficial del Rey. Más allá, el presidente en funciones lo va a intentar y no va a bordear –no es su estilo– margen alguno de legalidad, tal como vaticinan algunos agoreros constitucionalistas, más preocupados al parecer de letras pequeñas interpretables que de lo realmente importante como es facilitar un nuevo gobierno. Sobre este particular el jefe del Estado acumula esa otra experiencia reciente del encargo a Sánchez para intentar un imposible, tal y como se demostró el 2 y el 4 de marzo. Algún día se sabrá qué quiméricas garantías de posible suma de éxito pudieron dársele antes de encomendar al líder socialista el encargo de intentar la investidura.
Aun estando perfecta y claramente definido el papel –sin «borboneos»– de la Corona en nuestra Constitución, siempre habrá quienes desde atalayas y puestos de francotirador muy concretos pretendan arrastrarla hacia el lodazal de la trifulca política. También sobre esto se ha aprendido con respecto a hace unos meses. El Rey no puede sustraerse como es obvio a las consecuencias de una situación política a la que por cierto podría lastrar aún más la tentación demoscópica en el PSOE, conocido el último dato del CIS, pero su manejo del timón en esta regata, cuando menos, tranquiliza.
✕
Accede a tu cuenta para comentar