Política

Francisco Marhuenda

La honradez y la integridad

La honradez y la integridad
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N unca he dudado de la honradez y la integridad de Rajoy y de las personas que le acompañan en el Gobierno y la dirección del PP. No sólo de ellos, sino de muchos dirigentes que conozco en otros partidos, aunque discrepe de sus planteamientos, porque la inmensa mayoría de nuestra clase política está compuesta por personas honorables que dedican muchos años y esfuerzos al servicio público. Cada día que pasa es más difícil e ingrato ser político, porque se ha convertido en una actividad bajo sospecha. Es un despropósito que no sucede en otras democracias. No es justa la valoración que tienen, aunque en parte es consecuencia de la brutal crisis económica, moral e institucional que afecta a España. La contundente intervención de Rajoy despeja cualquier duda, porque no dejó el más mínimo atisbo. Es terrible que los indecentes pretendan condicionar la vida pública a partir de mentiras e insidias. Hemos llegado a un punto en el que todo vale para desprestigiar al adversario y debilitar las instituciones. Es la estrategia de la infamia y sembrar dudas con documentos sin ninguna validez. No hay nada más fácil que la falsificación. La historia está llena de hábiles falsificaciones destinadas, precisamente, a destruir a personas honorables. Era algo propio de los regímenes autoritarios, los grupos criminales y los delincuentes comunes. No es algo nuevo, pero lo importante es la firmeza con que se reacciona frente al engaño. Rajoy tiene una trayectoria intachable, con sus aciertos y errores, pero es honrado y honorable. Por eso, sabía que su intervención ante su gente, los dirigentes del PP, sería clara e inequívoca. Una declaración para que lo supieran los españoles, los que le votan y los que no lo hacen, porque frente a las insidias sólo cabe esta reacción. El presidente del Gobierno confirmó que aquello que se le atribuía era falso y añadió que «nunca, repito, nunca he recibido ni he repartido dinero negro, ni en este partido ni en ninguna parte». Los que le conocemos sabemos que cualquier otro escenario era imposible. Rajoy tiene en sus genes la honradez que vivió en su casa con unos padres austeros y excepcionales. Desde niño le inculcaron esa vocación de servicio y a los 23 años era registrador de la Propiedad, una de las oposiciones más difíciles en la Administración del Estado. Esa vocación le hizo entrar en política y renunciar a una brillante carrera como registrador. Nunca le ha interesado el dinero, porque es una persona austera. El PP no tiene nada que esconder y lo está demostrando, aunque algunos prefieran creer una mentira pero por mucho que se repita nunca será una verdad.