Política

Francisco Marhuenda

La izquierda imposible

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El movimiento Podemos, liderado por Pablo Iglesias, fue la sorpresa de las pasadas elecciones europeas, pero no es un fenómeno nuevo sino la puesta al día del comunismo para hacerlo más atractivo en tiempos de crisis. Hay un hilo conductor con el caduco PCE y la envejecida Izquierda Unida, como fácilmente se comprueba leyendo lo que han publicado Iglesias, Monedero y sus colaboradores. Es cierto que el término «comunista» ha perdido el atractivo que tenía entre los progres durante los años de la clandestinidad o la Transición. La sociedad española ha avanzado mucho y nuestro país es uno de los más desarrollados del mundo, algo que deja poco espacio para los movimientos antisistema y la izquierda radical. No somos la Venezuela de Chávez, y nuestra clase política, a pesar de los lacerantes escándalos que hemos conocido, no presenta un nivel de corrupción equiparable a los países de Hispanoamérica donde han tenido éxito los populismos. Por otra parte, las consecuencias del comunismo son bien conocidas por amplias capas de la población y nadie puede discutir que, con el nazismo y las dictaduras militares, fue uno de los grandes horrores del siglo XX. Es cierto que Iglesias ha reciclado los viejos mensajes y los ha aderezado con un populismo que es efectista en tiempos de crisis. El objetivo de Podemos, similar al comunismo en su día, es acabar con el sistema y las clases sociales, que llaman ««casta», aunque siempre que se han hecho con el poder han creado una nueva casta u oligarquía política. Un grave error sería minimizar este fenómeno, que durante un tiempo mantendrá unos buenos resultados, o exagerar su importancia. La irrupción de Iglesias favorece claramente al PP porque es un factor de desunión dentro de la izquierda y polariza al electorado del centro y la derecha frente a una ideología radical que quiere acabar con el sistema. El PSOE debería marcar distancias, porque Iglesias y Monedero son mucho más radicales, a pesar de sus formas educadas, que IU. El mejor antídoto frente a este comunismo reciclado es desmontar unas disparatadas propuestas que nos llevarían a una grave crisis social y económica.