Restringido

La llamada que desactivó a Iglesias

La Razón
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Fue una larga conversación telefónica. Los interlocutores: Mariano Rajoy y Pablo Iglesias. Y aunque resulte sorprendente permitió sellar una tregua entre ambos. La llamada del presidente del Gobierno acabó con la tentación del secretario general de Podemos de reeditar un nuevo «pásalo» agarrado a la pancarta de la paz. Según el relato del monclovita con galones con quien me entrevisto «ha sido el jefe, que estuvo colgado alrededor de media hora al móvil, el gran artífice del entendimiento con Iglesias». Literalmente. A partir de ahora, cuando Rajoy hable de unidad, sonará más creíble.

Desde luego, el líder del partido morado ha pasado de rechazar tajantemente el pacto antiyihadista a defender el acuerdo de todas las fuerzas políticas. Un buen paso. Por medio ha dejado a un lado el rostro más agresivo para suavizar sus reparos iniciales. Incluso se le ha escuchado elogiar «el espíritu constructivo» de Rajoy. Lógico: muchos en Podemos no han entendido a su líder. Pero, lo que ha ocurrido, simplemente, es que ha surtido efecto la comunicación del presidente del Gobierno desatascando una relación con Pablo Iglesias hasta ahora inexistente. Mariano Rajoy ha aprendido de los errores de José María Aznar con la intervención militar en Irak y, más tarde, en la gestión del mayor atentado de la historia de España, el 11 de marzo de 2004. El candidato del PP recibió la llamada de José Luis Rodríguez Zapatero el mismo día de la voladura de los trenes de Atocha para convocar el pacto antiterrorista. Rajoy inmediatamente habló de ello con Aznar. Pero, el presidente del Gobierno se negó en redondo. José María Aznar, a medida que se acomodó en La Moncloa, fue perdiendo sentido político. Y erró cuando llegaron las horas más complicadas. La negativa cedió el espacio suficiente para que el PSOE fabricase un discurso tan destructivo como eficaz contra el Partido Popular. «Rajoy lleva grabado a fuego el recuerdo de esos días», insisten desde su entorno. No quiere que su partido tropiece de nuevo en la misma piedra. Por ello Mariano Rajoy dialoga casi a diario con todos los líderes políticos, ofreciéndoles información de primera mano y escuchando atentamente sus criterios. Cree que en las grandes cuestiones, como el terrorismo yihadista, es imprescindible que todas las fuerzas políticas estén unidas. Esa es su prioridad ahora. El presidente no desea dar pasos en solitario. Y, sobre todo, insiste en que cualquier decisión sobre una intervención militar solo puede ser adoptada por las nuevas Cortes tras el 20-D.