Julián Redondo

La lotería del «Niño»

La lotería del «Niño»
La lotería del «Niño»larazon

Es como el anuncio; imagen cálida, entrañable, con vaho en los cristales, fuego en la chimenea y regalos bajo las luces titilantes del abeto. Siete años después, Fernando Torres vuelve al Vicente Calderón, a casa, por Navidad. O así parece, si es que a última hora no se tuercen los deseos de Simeone, su principal valedor, y del futbolista, ridiculizado en Italia. Fue banderín de enganche en el Atlético que escalaba de Segunda a Primera División sorteando con esfuerzos supremos dificultades propias de una escalada vertical. Muy joven, fue líder de un equipo imperfecto, dubitativo, sin más identidad que el apoyo incondicional de una hinchada tocada por el «Pupas». Fue oxígeno para una economía con los pulmones encharcados; eventual tabla de salvación. Jugador de referencia en el Liverpool antes de ser proscrito. A continuación, campeón de Europa con el Chelsea, que pagó la hijuela por él para terminar cediéndolo al Milan, donde tampoco ha logrado que le conmuten la pena por no ser quien fue.

Se dice que carrera que no hace el galgo en el cuerpo la lleva. Por unas razones o por otras, por lesiones o por interminables suplencias, Torres no rinde al ciento por ciento desde que ganó la Bota de Oro en la Copa Confederaciones de Brasil en 2013. Pero Simeone, como muchos atléticos, ha visto algo en él, cree en él para combinarle con Mandzukic o alternarlos porque la sombra de Diego Costa es demasiado alargada. En la operación, el inadaptado Cerci partirá hacia Milán y es más que probable que en el intercambio de décimos al Atlético le toque la lotería con el «Niño», salvo que la recuperación del jugador para el fútbol sea lo que sus críticos auguran: una lotería.