Alfonso Merlos
La manta a la cabeza
Liársela. Es lo que ha hecho el señor Junqueras. Tomar una decisión, hacer un llamamiento sin mirar ni escuchar. Es lo que ocurre cuando te enrollas una manta en la cabeza: que ya no tienes capacidad de percibir lo que ocurre a tu alrededor porque los ojos y los oídos quedan tapados. Y en ésas se nos ha metido, de forma architemeraria y bravucona, el capo de ERC.
¡Qué va! La convocatoria de un acto de desobediencia civil no es un recurso literario, como subrayan algunas voces del nacionalismo antes tenido por moderado. El anuncio, la movilización que se reclama, la amenaza que se propala... todo está perfectamente previsto en este tiempo en el que el Estado de Derecho está actuando por las buenas y los gamberretes separatistas que pretenden vapulearlo sólo pueden ir por las malas.
Pero hay más. La estrategia endiablada en la que se mete ERC y hacia la que pretende arrastrar a los más aguerridos soberanistas significa un acto de prostitución: una equiparación surrealista entre una iniciativa para encabronar a los ciudadanos y otras protagonizadas históricamente (por ejemplo, Luther King) cuyos nobles fines pasaban por la conquista o el reconocimiento de derechos humanos fundamentales.
Es el mundo al revés. Los agresores presentándose como agredidos. Los culpables de haber creado un clima envenenado compareciendo como víctimas de una intolerable injusticia. Quienes han trabajado parlamentariamente para separar a catalanes de primera y de segunda denunciando que son ellos los aplastados por leyes injustas. ¡¿A qué estamos jugando?! A un juego en el que los ganadores vamos a ser la mayoría absolutísima de los españoles y los perdedores, ya conscientes de su ruina, quieren morir matando. Ojo.
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