César Lumbreras
La ministra, al frente
Isabel García Tejerina ha tenido reflejos: interrumpiendo sus vacaciones, se ha puesto al frente de la gestión de la crisis provocada por las medidas de represalia comercial adoptadas por Rusia. Estamos ante una situación que es como el pedrisco o una tormenta veraniega, que afecta a una zona muy concreta, la cual suele quedar bastante dañada. En este caso sucede lo mismo, porque el posible impacto para España se estima en unos 337 millones de euros, lo que supone sólo el 1,8% del valor total de las exportaciones de esos productos a todo el mundo. Eso ha llevado a la ministra a hablar de impacto limitado, cosa en la que tiene razón, pero, como con el pedrisco, aquel que resulta afectado, queda «aviado». Es lo que ha sucedido ya con algunos productores y exportadores de frutas y hortalizas. La verdad es que poco puede hacer el Gobierno español, ya que se trata de un problema de la UE que deben gestionar las autoridades de esta última con las de Rusia. Es algo que también escapa a las competencias puramente agrarias, e incluso comerciales y económicas, porque el problema debe situarse en el marco global de las relaciones entre Moscú y Bruselas. Mientras tanto, desde esta última capital, y una vez que se comiencen a constatar los daños, deberían ponerse en marcha las medidas de gestión de mercados que quedan en la normativa comunitaria, que son pocas, porque se han ido desmantelando en las sucesivas reformas de la PAC. Para eso está el dinero de la llamada «reserva de crisis». Pero también sería bueno que se abriese un debate sobre los errores cometidos al desmantelar las medidas de gestión de los mercados.
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