José María Marco
La minoría natural
El PSOE no gobierna en la Comunidad de Madrid desde el año 1995 (veinte años). No gobierna el Ayuntamiento de Madrid desde 1989 (25 años), y no ha conseguido una mayoría absoluta en el Congreso desde ese mismo año, 1989 (otros 25 años). Ya entonces la logró por un escaño. Son hechos conocidos de sobra. Deberían llevar al Partido Socialista a reflexionar sobre por qué desde los años ochenta no ha conseguido volver a conectar con el electorado, articular una coalición social amplia y duradera, ni gobernar con una mayoría parlamentaria que le permita sacar adelante sus propuestas de fondo.
El episodio de la destitución de Tomás Gómez puede ser uno más en esta larga historia por la que el socialismo español se ha ido encerrando más y más en sí mismo, enfrascado en luchas internas de poder y de dinero, con líderes cada vez más mediocres, más radicalizados, más desconectados de una realidad que evidentemente va por otro sitio. Es ésta una opción más que verosímil, y cristalizará en un Partido Socialista reducido a la impotencia, sin capacidad para atraer a nadie fuera de lo que antes se llamaba «burgos podridos», como los de Andalucía, y perdido en una fantasmagoría izquierdista de la que ya ni siquiera tendrá la exclusiva porque sus propios hijos lo habrán desbordado por todas partes: por el lado de la demagogia y por el lado de los nacionalismos de todas las clases. Otra opción es la de aprovechar la destitución de Tomás Gómez y el gesto, tan enérgico, de Pedro Sánchez. Así podría empezar una renovación en las filas del siempre díscolo socialismo madrileño –es decir, una renovación en el propio partido– y otra en la definición ideológica y política del socialismo español. El PSOE vive desde hace casi treinta años de las rentas del supuesto centrismo, populista y descarnadamente pragmático, de Felipe González. No parece temerario decir que ha llegado la hora de proceder a un replanteamiento de fondo que modifique de una vez una visión desfasada de la sociedad española. Si el PSOE sigue encerrado en la fantasía según la cual le corresponde naturalmente (como a Manuel Fraga) una mayoría de izquierdas, que es la que debe gobernar España por la lógica misma de la historia, lo lógico es que siga gobernando el centro derecha. Es una realidad muy fácil de entender aunque, al parecer, fuera del alcance de los socialistas españoles. Treinta años muriendo de éxito empiezan a hacerse un poco largos.
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