César Lumbreras
La no cosecha
La cosecha por excelencia sigue siendo la de cereales. La siega está en su pleno apogeo ahora en las zonas más tardías, especialmente en Castilla y León, con bastante adelanto sobre las fechas habituales. Hace tiempo ya que las cosechadoras abandonaron Andalucía, Extremadura y el sur de Castilla La Mancha, para encaminarse hacia el norte, donde finalizarán sus tareas por la Bureba burgalesa en un par de semanas. Esas máquinas actuales liquidan en unas pocas horas lo que medio siglo atrás ocupaba durante un par de meses a los segadores, acarreadores, trilladores, aventadores y ensacadores, por citar tan sólo algunos colectivos que protagonizaban parte de las tareas que se acometían, desde que se entraba en las tierras con la hoz, hasta que terminaba el grano en la panera o en los sacos del comprador. Con la llegada de la mecanización, todo se acaba en un pis-pas. Y si es como este año, en el que la cosecha de cereales se va a reducir un tercio de media en toda España en relación con las cifras del pasado, pues las labores son más rápidas todavía. En Castilla y León, granero de España, la situación es mucho peor y no se recogerá ni la mitad de la cosecha de 2016 en el caso de los trigos, cebadas, avenas y centenos. Hay tierras en las que no se va a entrar a segar y en muchas otras las máquinas pasarán el peine más en tareas de limpieza que de recolección propiamente dicha. Esta situación de «no cosecha» supone una auténtica tragedia en esa Comunidad Autónoma, ya que un parte de su producto interior depende de los cereales. La sequía y el no llover cuando tocaba han sido los primeros causantes de la «no cosecha», mientras que los calores y las elevadas temperaturas para esa época que se registraron en abril, mayo y junio, dieron la puntilla a las tierras sembradas de cereal. Es una auténtica tragedia económica para muchas familias del medio rural, aunque para los urbanitas pase desapercibido. Esta vez los agricultores lloran con razón.
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