Actualidad

Pilar Ferrer

La paulatina ruptura de CiU

La paulatina ruptura de CiU
La paulatina ruptura de CiUlarazon

Enormemente molesto por lo que considera grave deslealtad y una desautorización sin precedentes, de la que culpa claramente a la cúpula de Convergència. Éste es el ánimo de Josep Antoni Duran Lleida tras la fractura de voto en el grupo parlamentario del Congreso y así se lo ha transmitido al presidente Artur Mas y al «núcleo duro» de su partido, Unió Democrática. El pasado jueves se encendieron todas las alarmas, tras una reunión de Duran con su equipo de confianza en un reservado de la zona norte de Barcelona. Allí se congregó para analizar la situación la plana mayor democristiana, con los diputados de más peso en el grupo, Josep Sánchez Llibre y Montse Surroca, junto a los tres miembros del Govern de Unió, Joana Ortega, Ramón Espadaler y Josep María Pellegrí. Los asistentes vieron a Duran «altamente enojado» y sacaron la conclusión de que en esta nueva crisis de CDC «las cosas están muy mal».

El incidente acaecido en el Congreso durante la admisión a trámite de la proposición de ley sobre el pacto antiyihadista ha caldeado el ambiente. Para Duran es un hecho injustificable, que rompe la trayectoria parlamentaria desde los tiempos de Miguel Roca cuando era portavoz de Minoría Catalana. «Siempre fue una tradición votar a favor de la admisión a trámite de una iniciativa y nunca impedir que se discuta el contenido, al margen de la posición final», recuerdan veteranos diputados de entonces. Por ello, lo sucedido el martes pasado rompe todas las reglas. El enfado es aún mayor puesto que el propio portavoz adjunto, el convergente Pere Macías, ausente en la votación, se había comprometido con Duran al voto afirmativo. «Hasta los suyos le dejaron colgado», afirman fuentes del grupo.

Pero la tensión aumentó con la actitud de los llamados «voceros oficiales» de Convergència, el sector más duro y soberanista del partido, liderado por Francesc Homs, Josep Rull y Josep Lluis Corominas. En las últimas semanas, todos ellos vienen lanzando fuertes críticas hacia Duran, a quien acusan de «entorpecer el proceso». Frente a la actitud siempre conciliadora que el líder de Unió ha mantenido con sus socios, con libertad y respeto en el grupo parlamentario, los llamados «halcones» convergentes han decidido pasar al ataque. «El soberanismo siempre necesita un enemigo cuando no es Madrid es otro, y ahora le toca a Duran», lamentan en el entorno socialcristiano. De hecho, en la llamada que Josep Rull realizó a los diputados de CDC, tras haber consultado con Mas, les conminó a votar en contra de un texto que, según él, podría perjudicar los planes separatistas, e incluso el horizonte judicial del presidente de la Generalitat.

Un auténtico disparate, en opinión de Duran, para quien «no todo vale». En Unió consideran una gran irresponsabilidad la llamada de Josep Rull, que desautorizó incluso a su compañero de filas, Pere Macías. Y empiezan a detectar presiones del sector duro convergente, encabezado por Homs, Rull y Corominas, para una división definitiva de la coalición. De hecho, aunque públicamente han intentado rebajar la tensión, en varias conversaciones privadas no se han parado en barras: «La Federación está herida de muerte», le dijo uno de ellos a un grupo de periodistas durante un almuerzo reciente en Barcelona. Desde el Palau de la Generalitat se intenta apagar el fuego y ser prudentes pero todos los dirigentes consultados coinciden en que la situación es ya insostenible y que CiU ha entrado en una «paulatina ruptura». En el entorno de Duran se culpa claramente a CDC de esta nueva crisis y admiten resignados que «Convergència parece interesada en hacer imposible una colaboración leal con Unió».

Las diferencias sobre el pacto antiyihadista es la gota que colma el vaso de una escalada de tensiones continuas, agravadas por la hoja de ruta hacia la independencia, a la que Duran se opone claramente, y las listas de las elecciones municipales. Uno de los principales escollos está en la ciudad de Vic, que Unió estaba dispuesta a intercambiar si Josep María Pellegrí encabeza la candidatura de Lérida. Los máximos dirigentes de Convergència, Rull y Corominas, se han negado en rotundo y ello ha provocado un fuerte malestar entre los democristianos. Pero dentro de CDC tampoco la paz está garantizada. Muchos ediles y dirigentes regionales acusan a la actual cúpula de conductas dictatoriales. «Hoy en Convergència existe mucho menos debate que con Pujol, nadie se atreve a decir nada porque te fulminan», reconocen varios de ellos.

En este tenso escenario, con las heridas más abiertas que nunca, todos miran hacia la Ejecutiva de la Federación del próximo lunes, donde Duran planteará el conflicto sucedido en el Congreso. Allí se verán las caras el presidente de la Generalitat y el líder de Unió, algo que hasta ahora no han hecho, si bien Duran sí le hizo llegar un mensaje escrito sobre su malestar y convicción de que «esto no es un problema del grupo parlamentario», tal como afirmó Artur Mas en un intento de derivar el problema. Es posible que antes de la reunión el presidente y Duran mantengan un encuentro a solas, porque según fuentes de Convergència existe voluntad de «rebajar la tensión y pasar página». Algo a lo que Duran no está tan dispuesto, sobre todo tras las últimas provocaciones de Rull. Éste ha dejado claro que Mas llevará la independencia en su programa para el 27 de septiembre y, de ganar esta opción, aventuró que Duran podría no encabezar ya la lista a las generales.

Todo apunta a que la Ejecutiva de la Federación del próximo lunes será muy caliente. La ruptura inmediata no se contempla por la cercanía de las elecciones de mayo, pero las tensiones son también enormes en los municipios gobernados por CiU y cada socio puede influir en la intención de voto. Duran quiere aclarar qué «hay detrás» de estas nuevas provocaciones y los ataques a su persona. La crisis ha provocado también reacciones en otros partidos contrarios a la independencia, como el PSC. En este sentido, su primer secretario, Miquel Iceta, que mantiene una estupenda relación personal con Duran, opina con su habitual ironía: «Quieren culpar a Duran del fracaso soberanista, cuando el ridículo lo están haciendo Mas y Junqueras». Las espadas están en alto.