Cerco a la corrupción

La sombra de la corrupción

La Razón
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Se supone que por pura casualidad el proceso del «caso Gürtel» y el de las tarjetas opacas de Caja Madrid coinciden en el tiempo con los últimos intentos para formar gobierno tras la larga espera. Ya se sabe que la sombra de la corrupción, como la del ciprés, es alargada; pero no parece que las andanzas de Correa y de los políticos depositarios de sus sobres, ni las interminables peripecias judiciales de Rodrigo Rato vayan a influir demasiado en el desarrollo de los acontecimientos, aunque, como dice Bob Dylan, el nuevo premio Nobel de Literatura, la respuesta está en el viento. Ha pasado mucho tiempo de aquellos días de vino y rosas, en los que algunos aprovecharon su paso por el poder para llenarse los bolsillos. Ahora se sientan en el banquillo, perfectamente trajeados, entre el desprecio general. Esa estampa es el triunfo visible del Estado de Derecho, lo mismo que el procesamiento, por fin, de Artur Mas. Los pactos del cabecilla de «Gürtel» y de otros con el fiscal para que éste les rebaje la petición de condena, a cambio de contar, por fin, la verdad, confesar los delitos y delatar a los que fueron sus compinches no sirven para elevar ante el pueblo ni ante sus compañeros de banquillo la categoría moral de tales individuos, sino todo lo contrario. La delación es siempre, incluso entre las mafias, una ruindad. Pero en trances así es difícil mantener siquiera la dignidad y el viejo espíritu de camaradería.

Dejada a un lado la cínica expresión, tan manoseada, del político norteamericano Adlai E. Stevenson, de que «el poder corrompe, pero la falta de poder corrompe absolutamente» o la más matizada de Lord Acton de que «el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente», lo cierto es que el humo que acompaña a Mariano Rajoy hacia la investidura, y que muchos están interesados en fomentar estos días, no huele precisamente a incienso. Los socialistas votarán la investidura cubriéndose la cara y tapándose las narices, y los de C,s, exigiendo al dirigente popular un viento fuerte desde el poder que limpie de una vez el aire viciado que viene de lejos y que cubre aún el otoño de España. En eso estamos. A pesar de las apariencias engañosas de estos días de ajetreo judicial, la oscura nube de la corrupción tiende a disiparse y pasará.