Marta Robles

La sombra de Obiang

Hoy casi no hablaré de deporte. Aunque, en realidad, el deporte es juego limpio y con valores y de eso sí quiero hablar. España jugó y ganó contra Guinea Ecuatorial. Y lo hizo libremente. Porque sí. Porque le parecía que el equipo de aquel país era un buen contrincante. Supongo. Y no lo puedo entender. Ya sé que Guinea está en la FIFA y también sé que está en su derecho, supuestamente, de jugar con España. Pero no comprendo que España quiera hacerlo. ¿Por qué elegir un destino regido por un dictador acusado por Amnistía Internacional y otras asociaciones de tortura y violaciones de los derechos humanos?

El ex embajador norteamericano en Guinea, Frank Rubby, lo definió como «el gobernante más asesino y ladrón del mundo». Y, declaraciones aparte, es innegable que Guinea es el país más rico de África y uno de los más ricos del mundo, gracias a sus reservas petrolíferas, pero que tres cuartas partes de su población sobreviven con menos de dos dólares al día. Eso sí, Obiang y su familia cuentan con innumerables negocios y acumulan millones. Pese al blanqueo de dinero, la corrupción, los atentados contra los derechos humanos y la desigualdad extrema en aquel país, Obiang ha sido recibido por líderes políticos del mundo entero. El petróleo confiere una extraña inmunidad. España jugó contra Guinea, ese país que nos es tan próximo por la historia, y ganó. Siento que quisiera jugar y convertirse en parte del espectáculo de un régimen liderado por ese innombrable que no fue al partido, pero cuya sombra, oscura, sobrevoló sobre el encuentro.