José Clemente
La sucesión de Valcárcel
Si hay algo de lo que no gusta hablar a Valcárcel es de su sucesión, la fecha de su retirada definitiva de la política o el tránsito que prevé para el largo otoño de su vida. Nuestro presidente, como hombre pragmático y de acción que es, está más por el día a día, por el hoy que por el mañana, porque a lo que está por llegar o nos espera siempre se le pueden dedicar esos cinco minutos que le corresponden, sin menoscabar el presente inmediato, el que nos exige la plenitud del ahora, el instante inaplazable. No quiero decir con ello que le moleste abordar un asunto que, en política, siempre supone dar al adversario un plus de información añadida. Y digo que no le gusta, no que le moleste, porque también sabe que esa pregunta es inherente al cargo desde el mismo día en que se accede a él, como la muerte lo es al neonato, la luz a la sombra y la noche al día. De hecho, en los últimos tiempos no hay entrevista que conceda en la que la pregunta de marras no salga por algún costurón de la misma, aunque sus opiniones sean tan conocidas como reiteradas las insistencias en saber qué hará llegado el momento. Siempre se le ha interrogado sobre la fecha en que dejará de ser presidente de la Región de Murcia, y siempre ha contestado también que, cuando lo haga, Murcia deberá estar en condiciones de seguir su camino sin problema alguno. Valcárcel no es el capitán del «Costa Concordia», que huye de su responsabilidad con el buque lleno de pasajeros. Por eso no tiró la toalla en las últimas elecciones ya metidos en plena crisis y después de haber aprobado el primer plan de ajuste regional, contrariamente a lo que hizo Zapatero al verse incapaz de aguantar un día más al frente de un Gobierno inane. Valcárcel no arrojó la toalla, no le dio la espalda a Murcia, no se puso de perfil. Bien al contrario, le plantó cara a la recesión generalizada para dar confianza a los murcianos y sacar a la Región del mar de arrecifes en el que navega. Y sólo entonces dejó caer, a diferencia de otras ocasiones, que 20 años al frente de una comunidad eran muchos años y que tal vez había llegado el momento de una reflexión más profunda sobre ello. A buen entendedor...
Más recientemente, el presidente murciano era interpelado de nuevo sobre su retirada y la respuesta era la misma o en parecidos términos, lo que hace pensar de manera más consistente que Valcárcel podría tener ya decidida la fecha de su adiós a la política regional, a la primera línea de la política regional, porque allá donde se encuentre, sea Europa o Europa, Murcia seguiría siendo su santo y seña, por lo que su retirada más que un adiós definitivo a la política será un «hasta luego». Además, Valcárcel sabe mejor que nadie en su condición de presidente del Comité de las Regiones que las políticas de la UE pesarán cada vez más en las políticas regionales y, especialmente, nacionales, y en ese papel es el indiscutible número uno, el mejor. Valcárcel no quiere ir a Madrid, y no porque le falten padrinos o no le hayan regalado los oídos, sino porque quiere seguir dedicándose a Murcia desde otro nivel, y además, Europa, es otra de sus pasiones. No quiere decir eso que su relevo al frente del Gobierno murciano no forme parte del mismo paquete, y esa es otra sus preocupaciones, porque quiere a su región y a los suyos de igual modo y lo que menos desearía es dejar un partido enfrentado que regalara al adversario la mitad del trabajo que debe de hacer. Y ahí es donde entran las personas, pero de eso hablaremos otro día.
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