Reyes Monforte
La tentación a mano a Rubens
Si no puedes con tu enemigo, únete a él. Y eso es lo que parece que nos ha pasado con los smartphones. Se han convertido en nuestro cordón umbilical con el mundo, en la ventana a la que nos asomamos y, casi sin despeinarnos, conocemos lo que pasa en cada rincón de la Tierra. Por supuesto que hay personas que todavía se resisten a ellos, como también los hay que se niegan a tener televisor y no parece que les vaya mal del todo. Mientras unos se sienten rehenes de su teléfono, otros ven en ellos la tarifa plana a la libertad. En España ya son 26 millones los móviles con acceso a internet. Y si quieren que les diga la verdad, me parecen pocos, teniendo en cuenta que en el mundo hay casi el mismo número de teléfonos móviles que de personas. El aquí y ahora nos viene marcando desde hace tiempo el ritmo de nuestra vida y en un teléfono móvil de los llamados inteligentes, los tenemos a mano, a un simple movimiento de dedo. Es lo más cerca que vamos a estar de tener el mundo en nuestras manos. Y no le veo mayor problema, a no ser que nos volvamos locos. Como en todo, el sentido común marcará la línea entre lo normal y lo fanático. La idea es usar el smartphone y aprovecharnos de todo lo que nos pueda ofrecer para facilitarnos nuestro día a día, y no al contrario. Vivir con él, no para él. Mientras esto ese consiga, por qué resistirse a ellos. Ya saben lo que escribió Oscar Wilde: «La única forma de librarse de una tentación es entregarse a ella».
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