Rosetta Forner

La vida sí es sagrada

Hay bebés que nacen muertos porque ninguna alma quiso habitarlos. Sin embargo, hay almas a las que se les ha impedido nacer. Somos seres espirituales viviendo una experiencia humana. Las voces del alma son las que dictan la ética en nuestras conductas y nos inspiran la compasión para con nuestros semejantes. Alguien que impide que los planes de un alma se lleven a cabo es un terrorista espiritual. La vida es sagrada, no el aborto como dijeron unas «feministas». Pues éste es una manera brutal de resolver un «problema» artificial –soy consciente de que las ultrafeministas discreparán–. En una sociedad con recursos diversos para impedir la «concepción», me resulta incomprensible y descorazonador que se use el aborto como «anticonceptivo». Existen doctores «muerte» porque existen mujeres que buscan ese tipo de solución. Antes de existir las incubadoras hubo bebés prematuros que sobrevivieron «al haber nacido antes de tiempo». Por consiguiente, ¿cómo puede alguien abortar a un feto de ocho meses? Un feto es un ser humano, no un trasto desechable. Claro que para los «progres sin alma» son tan desechables los fetos como los ancianos. No debemos «normalizar» ni el aborto ni la eutanasia, formas ellas de agresión y terrorismo del ser humano contra sí mismo, o sea, «Caín contra Abel». Perder el contacto con el sentido espiritual de la vida nos deshumaniza y nos llena de zozobra existencial. Desconectados del alma todo es justificable porque abjuramos de la compasión y del amor. Al ser «coach» me he asomado al alma de mujeres que abortaron. Pude ver un agujero negro de pena, culpabilidad y dolor. No importa lo «liberales» que fueron, ni lo «justificada» que encontraron su acción. Con la perspectiva que da el tiempo, la «excusa» desapareció y sólo quedó la herida emocional. La vida es lo único que es sagrado, todo lo demás son «eslóganes progres», «mil y una maneras de disimular» el deterioro del ser humano. El único tribunal cuyo juicio le afectará de verdad al Dr. Morín será el del Cielo. Allá cada uno con su karma.