Rosetta Forner
Lágrimas de cocodrilo
Un lobo con piel de cordero puede pasar por tonto, inofensivo, personajillo que no sirve para nada. Falsas apariencias. Debajo de una piel de cordero puede habitar un volcán de maldad alimentado de frustración e inmenso rencor capaz de convertir a alguien en asesino. Roto el equilibrio entre el bien y el mal, el ser humano puede devenir en un peligro para cualquiera, incluido los hijos. Los pensamientos tóxicos y el convencimiento de una realidad elaborada con creencias (pensamientos estructurados) hacen que la persona se persuada de que algo es «verdad», y «justifica» sus conductas por monstruosas que éstas sean, suelen preceder a la explosión de dicho «volcán». Aquellos cuya alma está teñida de perversidad, usan todo el espectro de emociones para convertirse en un camaleón que simula bondad y aparece como inocente. Bretón parece inocuo. Probablemente, en su mente, ha elaborado una película, repitiéndola el suficiente número de veces hasta que se ha hecho auténtica (una mentira repetida mil veces...). Si la representación de la realidad la envolvemos con emociones, crearemos «anclajes», así denominamos en PNL (Programación Neuro Linguística) a lo que vulgarmente se conoce como «montarnos películas». El poder de la autoconvicción nos lleva a actuar como si nuestro montaje fuese real, puesto que así nos lo hemos hecho creer. Hace un año, Bretón le plantó cara al juez cuando trató de desmontar su coartada. Actitud que contrasta con la de ayer cuando dijo «mis hijos me adoran», e incluso soltó unas lágrimas. Tal vez esta última «actitud» se deba a que ha pasado un año autoconvenciéndose de su película. O quizá el remordimiento le haya causado tales estragos que ahora es incapaz de diferenciar su realidad de su mentira y ésta de la auténtica realidad. ¿Lágrimas de cocodrilo o de culpabilidad?
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