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La Razón
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Cristiano Ronaldo y Griezmann, protagonistas principales de la final de la Eurocopa. Uno y otro sufrieron los reveses de la crítica en el despertar del campeonato y los dos han sido piezas fundamentales del éxito de sus selecciones. Sus goles y sus actuaciones individuales han conducido a Portugal y a Francia a una cima escondida entre la bruma y difícilmente localizable para los portugueses, clasificados de chiripa para octavos y sin ganar un partido en 90 minutos hasta la semifinal, y complicada de escalar para los franceses antes de dirimir la plaza con los campeones del mundo.

Arriba están los mejores, los más listos y quizá los más afortunados, que suelen ser quienes mejor aprovechan los guiños de la suerte. Ahí están los líderes del Madrid y del Atleti, dispuestos para suceder a los españoles en el trono de Europa; Cristiano y Griezmann, de nuevo enfrentados en una final, ésta de selecciones, y ambos, pilares de la Liga, como Messi, Bale, Neymar o Suárez.

LaLiga... Todo junto. Messi, indivisible del Barça. Preocupan en la primera los avatares judiciales del segundo. Porque no es sencilla la incursión en mercados que domina la Premier y discuten el Calcio y la Bundesliga, conservar a las figuras en el magnífico campeonato español es imprescindible para la buena marcha del negocio. Por eso inquieta que Messi termine aceptando alguna oferta, previo pago de la cláusula de 250 millones, si los juzgados no le dejan tranquilo y su papá no consigue aumentar la ficha del vástago, que en los últimos diez años ha negociado siete mejoras del contrato y ha reportado cerca de 100 millones a la Agencia Tributaria. Sin Messi, el Barça es menos, LaLiga es menos y los derechos de televisión serán también menos. No parece que la cárcel sea la solución.