César Lumbreras
Las antípodas
Los ganaderos españoles de vacuno de leche van a tener que estar a partir de ahora más pendientes de lo que sucede en Nueva Zelanda y Australia. Las sequías en estos países, su incidencia en la producción de leche y en sus exportaciones repercutirán directamente sobre los precios de los productos lácteos en el mercado mundial y, por lo tanto, sobre las cotizaciones que se registrarán en el mercado europeo y sobre los precios que pagarán las industrias españolas.
El sector del vacuno de leche español ha sufrido en estas tres últimas décadas una profunda reestructuración, que se ha llevado por delante a muchos ganaderos y explotaciones. Cuando entró en vigor el régimen de cuotas en 1984, España estaba en pleno proceso de negociación para la entrada en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE), que tuvo un resultado nefasto para nuestro sector lácteo, porque la cuota que se fijó fue muy inferior a la producción. Desde entonces se multiplicaron los problemas. Ahora, con la liberalización, los ganaderos están muy preocupados y sumidos en un mar de dudas. A ello se suma la impresión generalizada de que las industrias los harán pagar la multa impuesta recientemente por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) mediante bajadas de precios aplicadas con cualquier excusa.
Desde el Ministerio han puesto en marcha una serie de medidas para preparar al sector ante este nuevo escenario, pero se desconoce si funcionarán adecuadamente y si serán suficientes. Han tratado de reforzar la posición de los ganaderos para negociar con las industrias, pero estas, a su vez, están muy atadas por la distribución. En resumidas cuentas: un lío.
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