Bonus Track

Mayoría

No se ha ido. Se ha quedado. Se ha quedado con todos nosotros. Con quienes nos tragamos lo de su hartazgo, humanidad, dudas…

Algunos pensaron que era, al menos, tan humano como Jacinda Ardern, que se iría. Ardern: primera ministra neozelandesa que tuvo encarcelada a su ciudadanía en tiempos víricos, que fueron perfecta excusa para institucionalizar modismos, giros y terminologías dictatoriales materializados en leyes «ilegales» que afectaron a la salud, prosperidad y libertad de los «súbditos». Ardern dimitió priorizando su «salud mental» y porque por lo visto «es humana». Aquí, pensamos asimismo que Él se iría porque es humano, pese a lo que diga la «jauría» de la ultraderecha y la plus ultra ultraderecha. O que condescendería a quedarse un tiempito más comandando la galaxia plurinacional progresista, para no dejar sin rumbo al AirForce1 ni abandonar a «estepaís» (es decir: al Partido), que necesitaría calma para encontrar otro dirigente, o dirigenta. Y porque la lucha intergaláctica contra la ultraderecha merece el sacrificio. Algunos conjeturamos que irse, aún quedándose un poquito más, sería una manera de lograr lo que ninguno de sus antecesores en el cargo consiguió: largarse entre aplausos, mascletá de emociones desatadas, aclamaciones, aullidos, rogativas, exorcismos colectivos… Irse por todo lo alto. Nadie ha conseguido algo así. (Ni lo conseguirá). Irse incluso sugiriendo un posible nombre para el nuevo programa de alto standing de Broncano: «La Resiliencia»… Sin embargo, no ha ocurrido tal. No se ha ido. Se ha quedado. Se ha quedado con todos nosotros. Con quienes nos tragamos lo de su hartazgo, humanidad, dudas…, y con los más sagaces, desconfiados que olían a chamusquina. Tras anunciarlo, se produjeron distintas reacciones: «Sabíamos que no se iba, ha estado a la altura de sí mismo», «gracias, Líder Bienquisto, no hubiésemos sabido qué hacer sin ti», «¡qué miedo!, ahora viene a por nosotros», «se acaba de inaugurar la Dictadura, ya es oficial»… Etc. Distintas reacciones según se tratase de amigos, fieles, empleados, agraciados del comedero BOE, indiferentes que no saben ni contestan… Aunque, lo más sorprendente es que, pese a lo que pudieron prever algunos de su «entorno», este episodio políticamente caliginoso, bochornoso, no ha provocado miedo, sino jolgorio. Mayormente.