Alfonso Merlos
Las cosas bien hechas
Dos cosas resultan de todo punto incuestionables en esta histórica tragedia ferroviaria. La primera: la imposibilidad fáctica de curar el dolor y el desgarro de los familiares que perdieron a quienes más querían, inocentes que viajaban en un tren que no debió nunca circular a toda pastilla. La segunda: que la gestión de esta verdadera catástrofe, en todo aquello que dependía del Gobierno, ha sido intachable. Lo está siendo. Y cabe reconocerlo para que no se tuerza. Y animar este camino y estas medidas.
Esto es precisamente lo que se ratifica con la comparecencia de Ana Pastor. Si en política fuese tan fácil hacer las cosas bien, nuestros con frecuencia incompetentes y cazurros dirigentes no errarían. Pero no suele ser la norma. Y tanto el Partido Popular como el Ministerio de Fomento están exhibiendo ante los españoles una forma de proceder proporcionada, certera en tiempo y maneras. Están haciendo lo que tocaba.
Sin aspavientos, sin reproches, sin estériles miradas al pasado, sin inútiles rasgados de vestiduras, superado el luto oficial no quedaba otra que un examen científico, una revisión concienzuda, un diagnóstico preciso para determinar qué cosas eran/son susceptibles de mejora. Para que todos ganemos en seguridad y no dependamos de maquinistas imprudentes amantes del riesgo.
Ya el maestro Ortega y Gasset advertía de que en la gestión de las cosas públicas sólo es posible avanzar cuando se mira lejos. Y ahí esta el enfoque del Gobierno de España. En tirar por elevación mientras se depuran las responsabilidades penales o civiles del accidente y hacer lo que está en su mano. Y esto es, nada más pero nada menos, sentar las bases para que nunca más tanta sangre tenga que ser vertida ni tantas lágrimas tengan que ser derramadas en ninguna curva de ninguna vía.
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