Alfonso Merlos

Las cosas de comer

Las cosas de comer
Las cosas de comerlarazon

Lo prohíbe la UEFA. Pero hay equipos a los que les cuesta quedarse con las ganas de violar el reglamento enchufando los aspersores y regando masivamente el césped de los estadios a fin de que la tierra se empape bien y una algodonosa alfombra termine convertida en un impracticable barrizal. Es lo que el PSOE busca en el debate sobre el Estado de la Nación a base de una estrategia burda plagada de metáforas más chuscas todavía. Ya saben: que si Rajoy está atado a una correa, que si el Partido Popular disfruta haciéndole peinetas a los españoles.., y en ese barriobajero plan.

No se devanen los sesos preguntándose por qué. Los socialistas ni saben ni quieren jugar. Les falta un plan y una estrategia, creatividad y talento, tienen poco entrenada la táctica, y desde luego la alineación con la que comparecen se parece más (¡mucho más!) a la de un equipillo de aficionados que a la de una escuadra de Champions. Tanto es así que el único objetivo es que el rival no juegue: que se atasque en el fango, que no pueda rodar el balón... y por supuesto recurrir a la entrada a la altura de los tobillos representada discursivamente en forma del pastel de la «Gürtel» o de las golfadas de Bárcenas.

Afortunadamente, Rajoy y su Gobierno están a lo que hay que estar: a las cosas de comer. A intentar hacer el relato y el proyecto de cómo se aplacará el todavía desbocado paro, cómo se paliará el drama de los desahucios durante tantos años infravalorado por Zapatero y cómo se embridarán las cuentas públicas para conseguir lo que necesitamos: los inversores deben llegar a España para ayudarnos a crear riqueza y los acreedores deben tener pleno convencimiento de nuestra solvencia para seguir financiando nuestra deuda.

No seamos pardillos. No nos dejemos enredar. No hay nada que más necesitemos que un camino despejado para ver el futuro más claro y recorrerlo juntos. La crisis tuvo su origen en cada uno de nosotros y en cada uno de nosotros está la semilla de su solución. ¿Nos atrevemos con ello?