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Las cuentas de Madrid: políticas, causas y resultados
Ahora que parece que en España se iban encauzando las cosas y que la salida de la crisis es una realidad más que un deseo, conviene tener presente los datos que ha publicado el INE sobre la evolución económica española en 2008-2013 para ver cómo han evolucionado nuestras comunidades autónomas y las políticas que cada una de ellas ha llevado a cabo para hacer frente a la misma y sus resultados.
El asunto tiene especial interés ante la situación de incertidumbre en la que nos encontramos después de las últimas elecciones generales y la dificultad de articular un gobierno estable que siga la senda trazada hasta el momento por el actual.
Según este estudio, la riqueza de España se redujo en un 8,6%, y se destruyeron 3,5 millones de puestos de trabajo. Tal y como ya adelantaron en su día el Servicio de Estudios del BBVA y Funcas, el estudio del INE señala que esa dura crisis tuvo un impacto menor en Madrid, donde la riqueza se destruyó en un 4,3% de PIB, – la mitad que en España–, frente a Cataluña (-8,8%), Andalucía (-10,1%), ó Asturias (-13,2%). Añadiendo que Madrid recobrará previsiblemente este año, de seguir así, el nivel económico anterior al inicio de la crisis.
Por lo que se refiere al empleo, también Madrid se ha comportado mejor, pues al inicio de la crisis estaba 2 puntos por debajo de la media nacional en tasa de paro, y al final de este periodo lo está en 4,9 puntos.
Los que quieren negar los resultados de las políticas que llevamos a cabo en Madrid decían que la desigualdad se había disparado. Los datos del INE vuelven a rebatir esta afirmación interesada. La desigualdad en España aumentó un 8,64%. En Madrid lo hizo en un 4,74% según el índice GINI, lo que significa la mitad que en el resto del país. Y lo más importante, la tasa de pobreza bajó en nuestra región un 0,4%, y la de riesgo de pobreza lo hizo en un 1,25%. 67.000 personas salieron en ese tiempo del umbral de pobreza en el que se encontraban.
Es evidente que queda mucho por hacer para salir de esta crisis y conseguir que esa mejora y su consolidación lleguen a todos. Pero los datos son contundentes. Y no son por casualidad.
Aunque las competencias de las CC AA en política económica y fiscal son limitadas, las que se tienen pueden influir considerablemente en favorecer la inversión, el crecimiento económico y la creación de empleo, única vía posible para superar la terrible situación a la que nos enfrentábamos. En Madrid lo tuvimos claro, y por eso apostamos por la estabilidad presupuestaria, para reducir el déficit público y en consecuencia el endeudamiento y su elevado coste, que drenaba los recursos para atender políticas sociales que ayudasen a los que peor lo estaban pasando. Y tal y como señala el INE, Madrid es la Comunidad con menor deuda pública y en la que menos ha crecido la misma en ese periodo.
También apostamos por una fiscalidad reducida, que permitiera a los madrileños disponer de más dinero en el bolsillo para hacer frente a sus necesidades, y a las empresas contar con más recursos para mantener sus empleos y su actividad e invertir para crecer. Para ello rebajamos tres veces el IRPF y todos los impuestos que gestionábamos, hasta tener los tipos más bajos de España en todos ellos, pese a lo cual, recaudábamos más que antes y más que las otras regiones.
Redujimos también la Administración y el gasto público en lo que no era tan esencial para mantener lo que sí lo era: Sanidad, Educación y servicios sociales, y destinamos nuestros recursos a ayudar a los más desfavorecidos.
Los resultados están ahí, demostrados de manera objetiva por el INE y al margen de cualquier valoración política. Los ciudadanos deben tomar nota de los resultados de las políticas de unos y de otros, y especialmente de lo que ha ocurrido en los territorios en los que se han aplicado políticas muy próximas a las que defienden los nuevos partidos radicales para comprobar quiénes traen realmente el progreso y el bienestar a los ciudadanos, y lo que traen los que dicen defenderlo desde la demagogia y el engaño, para no lamentarse luego de los perjuicios que puedan sufrir con aquéllos y el terrible daño que supondría volver atrás, al pozo del que tanto nos está costando salir.
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