Abel Hernández

Las cuentas de Rajoy

AMariano Rajoy parece que le salen las cuentas. El paro baja por sexto mes consecutivo y experimenta en marzo –el peligroso mes de los Idus– la mayor caída desde que comenzó la crisis con Zapatero en La Moncloa. El ministro Guindos, que ya ha cumplido su complicado cometido aquí y que no tardará mucho en volar al centro de Europa con otros altos menesteres, habla abiertamente de un cambio de tendencia en el mercado laboral. Y, por si fuera poco, cae en picado la prima de riesgo, aquella pesadilla que se adueñó de las madrugadas presidenciales. La lluvia primaveral sigue cayendo mansamente como una bendición sobre los campos de España y desfigura el rostro de los «indignados de la dignidad» que salen a los caminos con hoces y horcas o, más bien, con garrotes, hoces y martillos. Los entendidos auguran ya un crecimiento de la economía del 1,5 por ciento para este año de gracia. Si no fuera porque el empleo sigue siendo escaso, inseguro y mal retribuido, que el crédito no fluye aún como debiera a las empresas y las clases medias han quedado maltrechas con la crisis, lo que obliga a muchas familias a hacer mil equilibrios para llegar a fin de mes, sería ya el momento de lanzar las campanas al vuelo. Eso no quita para que las claras señales de esperanza indiquen que estamos en el buen camino.

Puede que este tímido cambio de clima y de tendencia ayude al Partido Popular, de aquí a mayo, a ganar las elecciones europeas, aún siendo previsible que el coste de los ajustes sea alto en las urnas. Eso parece indicar la última encuesta de NCReport para este periódico. A pesar de la clamorosa ausencia de candidato popular a estas alturas, sacaría, según este sondeo, más de dos puntos al PSOE. Si se cumplen esos pronósticos, quedaría claro que Elena Valenciano como candidata, tontamente agresiva, ha sido una mala elección, como nos parece a muchos, y que el liderazgo de Alfredo Pérez Rubalcaba tendría los meses contados. Además de la UPyD de Rosa Díez, será la izquierda comunista de Cayo Lara la que se llevará el gato al agua. Sorprende a cualquier persona sensata e informada el previsible éxito, aunque sea efímero, de Izquierda Unida después de su comportamiento errático y oportunista, su alboroto callejero, su deslealtad a los pactos establecidos y el papelón de sus representantes en Cataluña.

Más dura será la caída. Entre unas cosas y otras, crece la leyenda de que, con tesón y silencio boyuno, Mariano Rajoy acaba ganando todos los pulsos. Ahora le toca Cataluña.