Julián Redondo
Legionarios del Cholo
Lo anuncia Carlo Ancelotti, el Real Madrid jugará el partido de vuelta de los octavos de Copa con intensidad, movilidad y, desde el principio, con la cabeza fría. No dio pistas sobre la alineación, pero si no expone toda la artillería, de qué servirá el empapelamiento exterior del Bernabéu si en una cruzada se emplean sólo tirachinas. Y esto es una cruzada. El Madrid, que pierde 2-0, va pues a por todas y con todo; ¿qué le queda entonces al Atlético? El orden, y conservar lo que el entrenador madridista aplaude de él: «Toda Europa piensa que el Atlético es el equipo más difícil, el que defiende más ordenado». Si no se descompone, si no pierde el sitio y sus jugadores no corren como pollo sin cabeza al primer contratiempo, la eliminatoria será suya. Le queda eso, la disciplina táctica, y el espíritu de la Legión. «Los míos no temen a la muerte», proclama el Cholo, no como lo cantaba Lola Montes sino como lo exaltaba Millán Astray: «Soy un hombre a quien la suerte/ hirió con zarpa de fiera; / soy un novio de la muerte /que va a unirse en lazo fuerte / con tal leal compañera».
Del Rif a Chamartín, con las espaldas guardadas y el marcador del partido de ida en el congelador. No es la guerra; sólo una batalla más de dos adversarios incondicionales y eternos que han recuperado, de dos años a esta parte, la compleja rivalidad de una historia añeja, sólo interrumpida cuando el Atlético entró en barrena por la mala cabeza de sus dirigentes.
Excepto por la presencia de Oblak en la portería, el resto de la alineación juega en la Liga. La Copa del Rey adquiere relevancia y Simeone ha dispuesto que Miranda, Koke, Tiago y Mandzukic no se la pueden perder.
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