Pilar Ferrer

Limpieza y esplendor

Limpieza y esplendor
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Es uno de los grandes pactos de esta Legislatura. Convulsa, a veces sórdida, intensa y polémica, el PP ha logrado ese gran acuerdo contra la corrupción, con la firma de la mayoría de los grupos parlamentarios, en especial, la de CiU. Un matiz de gran relevancia política, en el marco de la actual situación con Cataluña, y que tiene una gran protagonista: la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Ella ha sido, sin lugar a dudas, la auténtica muñidora de este Pacto de altura, previo a esa Ley de Transparencia anunciada por Mariano Rajoy en el Debate de la Nación. Bajo el lema de aquí, limpios todos, la norma se hace eco legislativo.

Hace ya tiempo que la vicepresidenta trabaja en este asunto. Buena conocedora de los entresijos parlamentarios, y con estupenda relación con los distintos portavoces, por encima de las diferencias ideológicas, era uno de los grandes objetivos del Presidente del Gobierno tras el Debate. Soraya llevaba días hablando con dirigentes de otros partidos, y sabida es su fluida relación con CiU y el PNV, claves en este asunto. En las llamadas «bambalinas» del Congreso, dónde se cuecen los verdaderos acuerdos de altura política, su despacho ha estado siempre abierto. Para todos, llámense Duran, Olabarría, UPyD, Coalición Canaria e incluso PSOE o Izquierda Unida. Aunque en estos últimos, prime más el interés partidista que otra cosa.

Cuando el fantasma de la corrupción acecha a diario, y la guadaña de la sospecha atenaza a nuestra clase política, este Pacto aporta aire fresco para unos ciudadanos escépticos y desencantados. Abrirlo, incluso, a la Corona, revela que el Estado puede defenderse sin nada que ocultar. En momentos tan delicados, va más allá de un simple acuerdo. Como el lema académico, limpia y da esplendor. Nunca, y para nadie, discutible.