Marta Robles
Llueve
«Llueve, detrás de los cristales, llueve y llueve, sobre los chopos medios deshojados sobre los pardos tejados, sobre los campos llueve...». Los versos de Machado, correspondientes a su «Balada de Otoño», son aptos también para esta primavera, que ha llegado cargada de agua. Según la Agencia Estatal de Meteología, este marzo ha sido el más lluvioso desde que, en 1947, comenzara a registrarse el dato de las precipitaciones. Han caído 150 litros por metro cuadrado en España durante el pasado mes, frente a los 147 de hace 66 años. Si entre medias, hace pocos años, la Península entera se moría de sed, y el tema de conversación eran las restricciones de agua, ahora hay riesgo de desbordamiento en todas las cuencas hidrográficas, salvo las del Júcar y el Segura, los embalses se encuentran en máximos históricos de llenado y el suelo está saturado. De momento, además de los daños materiales, se cuentan dos muertos y 125 personas aisladas debido a las crecidas incontrolables de los ríos. Las inundaciones están a la hora del día en diversas comunidades autónomas y las autoridades dictan instrucciones a seguir en caso de un peligro, que parece más que inminente en muchos lugares. Una se pregunta si esto es normal, si corresponde a ciclos meteorológicos habituales o si realmente forma parte del cambio climático y antecede a otras muchas situaciones límite, que nos veremos obligados a vivir en tiempos no muy lejanos. No sería de extrañar que la naturaleza, rabiosa tras las torturas que le ha infringido el ser humano, se revolviese contra él, decidiera ponerlo todo en orden y le obligara a empezar de cero. De momento, llueve.
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