Ely del Valle

Lo que de verdad importa

Lo que de verdad importa
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Desde hace años, lo único que crece en este país, desesperanza aparte, es el paro. No hay realidad más real que ésa. El Gobierno puede decir lo que quiera y la oposición contestar lo que le parezca, que al respetable se la trae al pairo. Ni las fundadas expectativas de los unos, ni el interesado pesimismo de los otros tienen la menor posibilidad de penetrar en los ciudadanos como esas cifras en perpetuo estirón que nos recuerdan que España es un sumidero por el que se escapa el bienestar de una clase media que no consigue entender cómo vamos a salir de ésta.

No ha pasado tánto tiempo desde que al abrigo del ladrillazo se repartieron papeles a manta en un ejercicio de insensatez que ya le costó el cargo a Caldera y que ahora suena a timo de la estampita porque lo que en estos días se reparte en la tierra prometida son números para la tómbola de la nada. Imposible recolocar a los que llegaron y se han quedado compartiendo el infortunio de un país que ha despertado de su sueño a martillazos. Todo ha contribuido.

La cola del paro es hoy la única realidad palpable, la que hace que la confianza en el futuro parezca una toalla de un váter de gasolinera y que las macrocifras, por muy alentadoras que sean, nos suenen a ciencia ficción.

Los políticos andan enredados en sus problemas internos y en consultas delirantes que, siendo realmente preocupantes, al ciudadano medio le importan un comino. Lo único de lo que somos partícipes es del desastre de no tener trabajo, y mientras eso no se solucione el Gobierno continuará generando desconfianza, y las críticas de una oposición que ha contribuido a conciencia a esta situación seguirán siendo tan inútiles como nos parecía hace años la primera rebanada del pan de molde.