Cristina López Schlichting

Loa del rico

El viernes dieron sepultura a Emilio Botín. Con esta bocaza que Dios me ha dado, no soy sospechosa de haberle hecho nunca la pelota. Ni he callado sus amistades con Garzón –le pagó los cursos en Estados Unidos y se ganó sus favores– ni su defensa de la gestión económica de Zapatero. Pero no dejo de reconocer el mérito de un trabajador incansable, que ha puesto la banca española en lo más alto. Y me llama la atención que mientras unos han enterrado al banquero con incienso, como si se tratase de la Madre Teresa de Calcuta, otros lo han insultado como a Hitler. Supongo que los primeros deben dinero al Santander y entiendo que los segundos... son españoles. Porque no hay cosa que guste más aquí que apedrear a un rico. Hay que ver la cartelería y literatura que han inspirado los ricos en España. Cuando un negro pasa por el Bronx en «haiga», recibe los parabienes de sus vecinos de color, que se alegran de que haya llegado tan alto, porque demuestra que los demás pueden también. Aquí, cuando alguien medra, todos coincidimos: «Algo habrá hecho». Ganar dinero nos parece apetecible; que lo gane otro, deleznable y sospechoso. Es una modalidad de la terrible envidia nacional. En España, la guapa es tachada de puta; el rico, de ladrón; el ilustrado, de hipócrita; el que ha llegado lejos, de tramposo. Al contrario que en Estados Unidos, donde lo primero que te preguntan es tu sueldo, el listo español oculta los regalos de la vida, no vaya a ser que se los quiten. Por eso los Pujol disfrutaban de sus «resorts» en el Caribe y aquí actuaban con prudente modestia. El hidalgo se viste dignamente en la calle y languidece de hambre en casa y, por las mismas, se cuida del lujo en público, no vaya a excitar la envidia. Es una desventaja frente a otros países, porque el éxito es allí un acicate social y aquí, por el contrario, se oculta y se procura igualar por abajo, para que nadie destaque. Como el sustrato de la envidia es profundo, el odio arraiga muy bien. Crear frentes, censurar grupos, condenar lo ajeno, es una forma de movilizar socialmente. No hace falta molestarse en inventar soluciones o hacer propuestas ingeniosas. Si quieres llegar lejos, acusa con astucia. Los leitmotivs son variados: «La culpa es de los ricos», «La culpa es de los rojos», «La culpa es de los políticos»... casi todo funciona. «Odiemos» es un lema eficaz en España. Por eso somos pobres en riqueza de todo tipo y ricos en guerras civiles.