Consumo

Los anuncios

La Razón
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Amigas: se acabó el verano. No, no, nada de que a Vd. le queda hasta finales de mes o que las dejó para septiembre. Cuando el español regresa de sus vacaciones cree que también para el resto se terminó la fiesta y no sale en pelliza a la calle el lunes de milagro. Lo único bueno que tiene que esto se vaya por la gatera es que se acabaron los anuncios típicos de la estación. Me explico. Unos años atrás, como a finales de mayo, se nos llenaba la tele de niños repelentes con corte de pelo a tazón que se lo pasaban pipa con una pelotita. Que yo no sÉ por qué ese empeño en el pelo a tazón para que los niños parezcan monos. A lo que vamos, que veías tú a los chacales y te decías: venga, que ya está aquí el verano. Y empezabas a comer como si fueras a desfilar para Victoria´s Secrets. Apio, zanahoria, soja, queso blanco, y ahora la p**a quinoa, que estoy de la quinoa más harta de lo que estoy de oír entrevistas a Villegas, el de Ciudadanos. Luego llegaban ya las noticias sobre incendios y las entrevistas a los hosteleros de la costa (que se quejaban igual que ahora, en eso no han cambiado las cosas) y los reportajes sobre ingleses borrachines en las playas de levante y los atascos, otro clásico, los atascos y el síndrome posvacacional (al que tendremos de dedicar una humilde columnilla). Ah, y a lo malo que es el sol y lo malo que es llevar gafas de sol malas, así como si uno o una pudiera elegir cuantas veces quisiera llevar gafas buenas o malas. Pero como los tiempos cambian, lo que han cambiado mucho son los anuncios veraniegos. Me refiero a los nuevos anuncios veraniegos y esa manía que le ha entrado a los anunciantes de contarnos porquerías: que si los talones agrietados, que si el tránsito intestinal cuando estás de viaje, que si los picores en salva sea la parte, que si el ardor cuando cenas con amigos. Qué ganas locas de que llegue el invierno y su publicidad. Mantitas suaves, colchones ardientes y geles sensación calor. Ejem.