Real Madrid
Los cambios de Zidane
Los aros olímpicos son cinco; el cielo es azul, si no está nublado; a la puerta del Congreso hay dos leones; dentro, de todo, y Sergio Ramos tiene más peligro que una caja de bombas cuando sube a rematar una falta o un córner. Y si es Toni Kroos quien lo saca, las posibilidades de éxito crecen exponencialmente según avanza el partido. Hay que marcarle muy encima y evitar que remate. Al Athletic le avisó al principio y luego se recluyó en defensa. Aunque no es el único peligro del Madrid en ataque.
De cuando en cuando la conexión Cristiano-Benzema funciona y de la chispa surge el gol, como del romance el amor. Y el Madrid sale con la Liga. La domina en campos poco favorables, territorios hostiles como el de Bilbao, que ya no le impresionan. Va a lo suyo. No abruma, concede ocasiones –más a menudo de lo que es recomendable–, crea algunas y fruto de su innegable calidad, atractivo del galán de la película, termina llevándose a la chica y transforma los pitos en fuegos artificiales.
No obstante, igual que no convence por su fútbol intermitente, hay decisiones que no se entienden. Por ejemplo, después del cambio de Lucas por Modric y del empate (1-1) de Aduriz, prescindió de Cristiano a once minutos del 90, que en este encuentro no merecía la sustitución, tampoco Benzema. Si las salidas y entradas obedecen a cuestiones tácticas, por preservar la salud de los futbolistas –que no parecía ninguno de los casos–, chitón; pero si la evaluación corresponde a los méritos, sobraba Bale. Es líder y no se discute.
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