Crisis económica

Los chinos y las inversiones de Madrid

La Razón
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Hace unos días se produjo la llegada a Madrid de 2.500 chinos procedentes de aquel país, para pasar con nosotros cuatro días en los que disfrutaron de nuestra capital y sus alrededores, así como de nuestra oferta cultural, gastronómica, deportiva y de compras. Eran trabajadores del Grupo Tiens, cuyo dueño premia cada año a un gran número de ellos con un viaje pagado de esta naturaleza a distintos sitios del mundo que tienen gran atractivo para ellos. Este año han elegido España, y más concretamente Madrid y Barcelona, para pasar los diez días que dura el viaje. En esos cuatro días, según los datos aportados públicamente, han gastado en la capital unos 20 millones, lo que significa un promedio de 2.000€ euros por persona y día. Este numeroso grupo de turistas chinos, después de reconocer que no tienen un gran conocimiento de nuestro país, señalaron por boca del vicepresidente de la compañía que lo habían elegido porque «la gente en España es amable, calurosa y apasionada, y la comida, deliciosa».

China, según los datos de la Organización Mundial del Turismo, cuya sede está en Madrid, emite más de 100 millones de turistas al año –107 según los últimos datos–, de los que sólo llegan a Europa 5,5 millones. Es decir, prácticamente un 5%, y de esos, a nuestro país, tan sólo lo hacen 350.000. Es decir, el 0,3%. China es una de las economías más pujantes a nivel mundial en los últimos años, y el país más poblado de la Tierra, con un crecimiento cada vez mayor de la capacidad económica de su población, si bien con grandes desequilibrios todavía en su interior. Por ese motivo es un país especialmente atractivo para captar a sus inversores y a esa población con creciente capacidad económica cada año, que empieza a tener cada vez más posibilidades para viajar y conocer otros sitios en el mundo.

Madrid tuvo la visión y la oportunidad de atraer a uno de estos grupos económicos chinos, facilitando la adquisición por su parte del edificio de la plaza de España para la realización de un proyecto emblemático para la ciudad, que además de ayudar a regenerar y revitalizar la zona y generar empleo y riqueza se convertía en un punto de referencia para la atracción de ese emergente turismo chino del que apenas recibimos visitantes. Fruto de ese primer acuerdo y del interés en favorecer la inversión china en nuestro país para seguir impulsando el crecimiento económico y la generación de empleo para beneficio de los españoles y los madrileños, este mismo grupo presentó un gran proyecto para llevar a cabo el desarrollo de la denominada «Operación Campamento», con una inversión de más de 3.000 millones de euros€ y decenas de miles de puestos de trabajo a lo largo de varios años, y la recuperación, aprovechamiento y modernización de una zona importante de la capital que lleva en el ostracismo muchos años por falta de capacidad económica para abordarlo, y de un proyecto global capaz de desarrollar este extenso territorio en su conjunto. Lamentablemente, el sectarismo, la demagogia y la falta de visión del nuevo equipo de gobierno municipal han acabado con estos dos proyectos por motivos ideológicos, provocando la pérdida de interés de los inversores chinos ante las dificultades que les han puesto a quienes sólo quieren poner su dinero entre nosotros para beneficio nuestro y, como es lógico, también suyo. Beneficio que no sólo es legítimo sino necesario, por cuanto que, si ese beneficio no existiera, habría que dudar de las bondades del proyecto y de la capacidad de llevarlo adelante con las garantías económicas y de calidad necesarias.

Desgraciadamente, esta misma situación se ha producido con otros grandes proyectos para Madrid como la «Operación Chamartín», también estratégica para el futuro de la capital por el norte, y también generadora de millones de euros de inversión y de creación de miles de puestos de trabajo para los españoles y los madrileños, cuya nueva propuesta municipal, además de provocar su retraso, va a matar definitivamente el proyecto al no garantizar su viabilidad ni su capacidad para resolver las necesidades de la zona, a las que tendrán que hacer frente las tres administraciones públicas afectadas con sus propios presupuestos, lo que significará mayor gasto y mayor endeudamiento para los madrileños y los españoles. Así lo han puesto de manifiesto tanto el Estado como la Comunidad de Madrid y, sobre todo, la empresa capaz de llevarlo adelante, capitaneada por el BBVA.

El mero hecho de haber encargado el proyecto, entre otros, al que fuera consejero de Urbanismo de la Comunidad hace treinta años, que dijo que Madrid «ni crece ni crecerá» y por eso no había que hacer más infraestructuras, confirma el sectarismo, la demagogia, la imposición y la inviabilidad de ese proyecto y del Gobierno municipal que lo ha hecho suyo, con el apoyo, que no se olvide, del Partido Socialista de Madrid.

La visita de este pequeño grupo de chinos es un buen ejemplo para medir el impacto tan negativo que tienen las decisiones de un gobierno municipal podemita con el apoyo irresponsable del PSOE, no sólo para Madrid, sino para toda España. En el mundo globalizado en el que hoy nos desenvolvemos, donde la información y el acceso a la misma es casi ilimitado y fluye con gran velocidad, y donde las posibilidades de desplazamiento a cualquier parte del mundo están cada vez más al alcance de cualquiera, es necesario adelantarse a los demás para tratar de dirigir los flujos de riqueza hacia nuestro país dándoles facilidades y seguridades, y aprovecharnos de los beneficios tan grandes que tienen para nuestros ciudadanos. Porque, de no ser así, las decisiones de inversión cambian muy rápidamente a favor de aquellos sitios donde sean bien recibidas, y donde no se les pongan problemas que las hagan inviables, lo que no significa ni diseños ni gestiones a la carta, ni saltarse los requerimientos legales. Lo importante es saber qué es lo que se quiere hacer y cuáles son las prioridades.

No sé si se está a tiempo de rectificar, pero esta pequeña visita y los datos que se derivan de la misma, así como el perjuicio que va a producir la inviabilidad de la «Operación Chamartín», deberían hacer reflexionar a más de uno a la hora de tomar decisiones y de elegir a sus gobernantes, y exigirles responsabilidades por los daños que ocasiona la pérdida de estas oportunidades.