Lucas Haurie
Los cuervos del PSOE
Ni siquiera a Susana Díaz le hace ya gracia la caída en picado del PSOE en las encuestas, porque a nadie le seduce la idea de gestionar una ruina y apenas eso quedará el lunes próximo del socialismo en España, si es que los (malos) augurios se cumplen. Se le ha ido de las manos a la presidenta de la Junta su socavamiento del secretario general que ella aupó para cerrar el paso a Eduardo Madina y al que hostiga desde que el guapo experimentó ese despertar de testaferro listillo, esa soberbia de ostentador del cargo, ese mal de altura al verse encaramado a la poltrona de Ferraz. «Si jugamos a Podemos, ganará Podemos». La sentencia la dictó Nicolás Redondo Terreros mucho antes de que su partido cometiese el error de pactar con los antisistema allí donde le fue posible, también en Cádiz pese a que los socialistas andaluces han logrado exportar la imagen de formación dinástica que hace que su lideresa luzca en Madrid como la última esperanza de la izquierda civilizada. La realidad lo desmiente. Aunque el sistema electoral español no prevé la doble vuelta, a diferencia del francés, también es posible aquí poner barreras al populismo. Tan nocivo es el de la señora Le Pen como el de Iglesias Turrión, que sólo se diferencian en que la una saca en procesión a Santa Juana de Arco y el otro se extasía con los iconos del Santo Che. Pero falta voluntad. Con los bárbaros que tratan de forzar los limes del imperio no caben arreglos: o se les combate o, como Alarico, saquean la ciudad. De Zapatero en adelante, la progresía suicida ha preferido transar con los «asaltantes del cielo» antes que respetar el pacto constitucional. Ahora piden árnica, cuando tienen el pescuezo comido a dentelladas. Cría cuervos.
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