Julián García Candau
Los culés, divididos
La felicidad en el Barcelona siempre tiene fecha de caducidad. La paz del Camp Nou empieza nunca. Ha sido tradicional acudir al entorno para justificar los terremotos. Ahora, ha tocado poner en solfa las relaciones entre Pep Guardiola y Tito Vilanova, amigos del alma hasta hace bien poco. Ya hizo unas declaraciones Tito hace unos meses en que dejó entrever que las relaciones se habían enfriado. La enfermedad no ayudó a que dos camaradas se fundieran en el dolor. De Guardiola sorprendió que no actuara de otra manera cuando surgió el problema. Es más, hubo quien creyó que sería capaz de cortar su año sabático para ayudar al enfermo. Al final, se sabe que sólo se vieron en una ocasión en Nueva York y casi por compromiso.
Guardiola siempre ha tenido en Manel Estiarte un gurú. Se creyó que era Tito su alter ego y no era así. Guardiola está más cerca de éste y de Joan Laporta que de los actuales dirigentes barcelonistas. Guardiola está tensando la cuerda. Sólo faltaba que se llevara a Thiago al Bayern Múnich. No ha sido el único barcelonista del que ha tirado.
Sandro Rosell ha tenido que desmentir que el club hubiera aprovechado la enfermedad del actual entrenador para arremeter contra Guardiola. Ha tenido que pedir árnica y llamar a la unión al barcelonismo. Como en otras ocasiones, ya se ha dividido a la masa culé. Es el sino del club. Las guerras suelen comenzar entre directivos y acaban afectando a la plantilla.
Posdata. El Barça nunca ha sido un club tan vendedor como este año.
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