Restringido
Los libros
No sé si Mallarmé exagera, supongo que sí, cuando afirma que en el fondo el mundo está hecho para ir a parar a un buen libro. (El destino de los malos libros es la papelera o la hoguera en el corral, como hicieron el cura y el barbero con los malos libros de caballería que habían barrenado la cabeza de don Quijote; Paco Umbral, yo lo vi, los iba arrojando durante todo el año a la piscina de su «dacha» hasta cubrir el fondo). Es verdad que todo buen libro aspira a ofrecer una interpretación del mundo en que vivimos. Sería bastante con aproximarse a ello de buena fe, con aceptable estilo y una buena carga de sentimientos. Otra cosa es que haya muchos autores que lo consigan aunque escriban los libros más vendidos, o precisamente por eso. Se abre ahora la Feria del Libro, en la que suele triunfar más la fama que el estilo. Lo mismo que en la crítica. Pero este esfuerzo de promoción del libro parece oportuno en un momento de crisis del sector y cuando se anuncia un histórico cambio de época con el libro electrónico imponiéndose al de papel.
Tengo claro que mi vida habría sido distinta sin una experiencia imborrable de mi infancia en el pueblo, en las Tierras Altas de Soria. Estoy viendo aún a mi madre, viuda, en aquellos largos inviernos junto a la lumbre leyéndonos pausadamente cada noche a la luz de un candil a los abuelos y a los niños aquel Quijote en rústica en dos tomos, que luego yo releía con fruición durante el día y que andaba rodando por los bancos del pasillo y la mesa de la cocina, junto a la baraja. Nunca he dejado de leerlo casi a diario durante toda mi vida con verdadera fruición. Anoche, sin ir más lejos, asistía, una vez más, a la liberación de los galeotes, que me recordaron a la juez Manuela Carmena. Otro invierno eran, con un inconfundible sonsonete, los romances castellanos antiguos, que la abuela, casi analfabeta, se aprendía de memoria y luego nos recitaba a los nietos. Coincido con Borges: «Aunque he viajado por todo el mundo, no sé si he salido de aquellos primeros libros que leí».
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