María José Navarro

Lotería

Imagino que ya a estas alturas llevan Vds. tanta lotería de Navidad que han perdido la cuenta. Yo no compro de mi empresa jamás porque me encantaría que algunos compañeros salieran premiados y se largaran para siempre. En mi casa, de toda la vida de Dios, se compraba el periódico para poder contrastar los números con los premiados, y así nos pasábamos varios días después del Sorteo, con las papeletas esparcidas por el salón, siempre con alguna pedrea tonta guardada en una cajita. El pellizco llegaba siempre de una combinación de números fea, inusual, poco musical, y no hemos sido de comprar décimos que contuvieran alguna fecha especial, excepción hecha del 26.403, veintiséis de Abril de Mil Novecientos Tres, día del nacimiento del glorioso Club Atlético de Madrid. La verdad es que últimamente se han sucedido algunos acontecimientos que dan infinita alegría a los supersticiosos. Tuvimos una boda real no hace mucho, el Mundial, la profecía maya del fin del mundo y el maravilloso 70.913, el siete de septiembre de este año, día del chispeante relaxing cup of café con leche. Bien es verdad que el que ha triunfado es el 46.664, el número de preso de Nelson Mandela. Solo cinco administraciones lo han vendido en España: tres en Madrid, una en Huesca y otra en Murcia, y se agotó inmediatamente. Lo se porque lo intenté. La idea era un homenaje a mi madre. Cuando el ex presidente sudafricano murió, en un canal de televisión aparecía esa cifra y un «Gracias, Mandela». De pronto mi madre se puso las gafas, se quedó fijamente mirando a la pantalla y me espetó con cierto enfado «Y ese número, ¿para qué es? ¿Para mandarle dinero? ¿Pero ese hombre no está ya muerto?».