Martín Prieto

Mariano Rajoy el estilita

Sospechábamos y denunciábamos que las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (ente estatal) las maquillaba el PSOE en el Gobierno, pero de su última y truculenta entrega no podrá decirse que haya sido manipulada por Soraya Sáenz de Santamaría aunque la vicepresidenta se consuele con una nota de 3,06 que aunque de suspenso la hace la más valorada de los ministros. Quitando a Rubalcaba y a Durán Lleida que forman parte del paisaje desde Índibil y Mandonio, es metafísicamente inexplicable que los españoles tengan en mayor consideración que a Mariano Rajoy a Uxue Barkos (G-Bai), Alfred Bosch ( ERC), Joan Baldoví (Bloc) o Enrique Álvarez (Foro). El presidente derrotado demoscópicamente por la antigua guía de teléfonos, o el regreso de la sopa de letras de nuestras primeras elecciones. Es bueno para el Partido Popular que tenga un espacio a su derecha desde el que bullen los que reprochan a Rajoy carecer de comunicación. Menos interacción con la calle tiene el socialista Hollande al que requieren infructuosamente que identifique a su mujer: la correligionaria o la periodista. En países sometidos a economías de cólico nefrítico he visto a presidentes sobreexponerse por radiotelevisión en cadena (como el chavista Maduro) y no lograr otra que aumentar la inquietud de los ciudadanos. Mariano Rajoy es el único presidente español que publicó antes de ser electo una reflexión personal y política («En confianza». Planeta) en el que se desviste de la reserva galaica y (¡oh paradoja!) apuesta repetidamente por la educación, casi como panacea. En plasma o en carne mortal es un estilita, autoaislado de las agitaciones, anacoreta atento y sabedor de que o se incinera o acaba como el mejor estadista del Régimen junto a Adolfo Suárez, en distintas batallas igualmente apocalípticas. El presidente se explica muy bien en Cortes (donde tiene que hacerlo) aunque no le valoren quienes buscan líderes con lupa en la sentina de esta nao remada por pulgarcitos en vez de galeotes.