Marta Robles
«Match point»
A veces cuando sigo las crónicas deportivas me acuerdo de la película de Woody Allen «Match Point» y entiendo que casi todo puede cambiar en una décima de segundo. Basta con que la pelota caiga a uno u otro lado de la red. Es la vida. Y es la suerte. Buena o mala. Si no se acepta, es difícil dedicarse a la competición. Supongo que el genial Marc Márquez podría echar la culpa a su equipo por no indicarle que parase antes para cambiar de moto y al hacerlo tardíamente haber provocado su descalificación en el Gran Premio de Australia. Pero no fue más que un extraño error de los de Honda. Un incomprensible error que acababa con los sueños de Márquez de proclamarse el campeón de MotoGP más joven de la historia. Aún podría hacerlo si sus más directos rivales, Lorenzo y Pedrosa, se lo permitiesen, pero no se sabrá hasta la carrera de la semana que viene en Japón, donde podría conquistar el título si ganara la carrera, claro, y Lorenzo acabara, como poco, en tercera posición. Pero no será fácil porque Lorenzo, ganador ayer, está más dispuesto a todo que nunca; y Pedrosa, que quedó segundo, aún anda en los números que le permiten el beneficio de la duda.
Así las cosas, con Márquez empujado por el destino –y un poquito por su equipo– fuera de la pista en Phillip Island, Jorge Lorenzo, por fin, pisándole los talones, a tan sólo 18 puntos, después de una temporada en la que parecía imposible acortar distancias, y Dani Pedrosa empeñado en seguir demostrando su valía en MotoGP, podría suceder cualquier cosa. Basta con que la pelota caiga a uno u otro lado de la red.
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