Caso ERE
Miedo al «caso PSOE»
El juicio por el escándalo de los expedientes de regulación de empleo, que suma más de 250 imputados, promete convertir el año 2018 en un calvario para el PSOE. No cabe la menor duda. El caso pone en la picota a toda una época del socialismo y afecta de lleno a dos de sus figuras más ilustres y representativas. Manuel Chaves y José Antonio Griñán fueron presidentes de la Junta de Andalucía, pero también presidentes del partido. Aunque dejaron de estar en primera línea de la actividad pública porque la abandonaron cuando fueron señaladas sus responsabilidades en el fraude de los ERE, el proceso sólo servirá para dañar la imagen de las siglas.
Griñán se va a enfrentar a una solicitud de 6 años de prisión y 30 de inhabilitación para cualquier cargo público por delitos continuados de prevaricación y malversación. Chaves, por delito continuado de prevaricación, encara una petición de 10 años de inhabilitación, al igual que otros ex altos cargos como Gaspar Zarrías o Magdalena Álvarez. Junto a ellos, una veintena de políticos y técnicos son señalados como responsables de un perjuicio para las arcas públicas andaluzas cercano a los 750 millones de euros.
Voces del PSOE-A, empezando por el secretario de Organización, Juan Cornejo, han salido en defensa de la «honradez» de los dos ex presidentes autonómicos. Claro. Precisamente, la pieza se refiere a las responsabilidades in vigilando en la administración de los fondos. Y su sucesora al frente de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se ha cuidado y mucho de tenerlos cerca. «Mejor apartados de Susana», apunta un susanista importante. El golpe se ha tratado de aislar tachándolo como «un asunto del pasado», y en torno a la presidenta se ha establecido un auténtico cortafuego. Aunque la procesión va por dentro.
Para muestra, celebró en Torremolinos el 40º aniversario del 4-D (cumpleaños de la reivindicación del estatuto de autonomía) rodeada de un mar de banderas andaluzas y bajo la mirada de los dos primeros presidentes de la Junta, Rafael Escudero y José Rodríguez de la Borbolla. Tanto Chaves como Griñán fueron los grandes ausentes del acto. Nadie de la actual dirección socialista les echó en falta. De hecho, Díaz dejó de contar con ellos desde su dimisión como parlamentarios en 2015. Ambos fueron oportunamente borrados a partir de entonces de la historia de Andalucía. La dirección federal del PSOE, más allá de repetir hasta la saciedad que los dos ya asumieron su responsabilidad política, y que Pedro Sánchez se encargó de forzar su suspensión de militancia, también se lava las manos. Al fin y al cabo, el secretario general del partido está haciendo de «la regeneración de la Democracia» una de sus banderas.
«Es malo para todos», subrayan desde Ferraz. Y tanto. Si Gürtel devino en el “caso PP”, sobran razones para hablar ahora del «caso PSOE». Porque el proceso judicial va a serlo sobre toda una forma de hacer política en la Junta donde, a la vista del historial del asunto, se confundieron los intereses de Andalucía con los de las siglas reinantes y se repartió el dinero público para favorecer a los cercanos al partido. Esta misma semana asistiremos ya al «paseíllo» de las vistas preliminares. La «pena de telediario» se observa como un trance incómodo y complicado, por supuesto, pero una condena de Manuel Chaves y de José Antonio Griñán supondría un daño colateral muy grave para la marca y ensombrecería las figuras de quienes ahora mismo, en el ejercicio del cargo, presumen de ser ejemplares. Y, además, luchan con todas sus fuerzas por parecerlo.
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