Alfonso Ussía
«Money-laundering»
Cuando los importantes políticos y ejecutivos empresariales adoptaron la costumbre de correr durante una hora antes de cumplir con sus obligaciones, la acción de correr se convirtió en hacer «footing», el «footing» perdió toda su influencia en beneficio del «jogging», y el pobre «jogging» terminó por ser devorado por el «running», que es lo que priva en la actualidad.
Lo dijo una bella actriz cuya expresión era la síntesis de la felicidad: «Desde que practico el “polving” con Samuel José, me encuentro mucho más relajada». Hay que utilizar terminología inglesa para triunfar en la sociedad de hoy. Una tarjeta de crédito negra no es nada comparada con una «black», y a las pruebas me remito. Ser el titular de una cuenta corriente, declarada o no, en Suiza o Liechtenstein, ha perdido todo su carisma. Ahora privan las sociedades «offshore» en ínsulas nada baratarias y en Panamá. –Mañana vuelo a Panamá para conocer cómo va mi «offshore»–, y el respeto crece.
Venezuela, Irán y Qatar no son naciones para tener una «offshore». No ofrecen garantías. En Venezuela se las apropia Maduro para pagar a Iglesias. En Irán, si el titular de la «offshore» es homosexual, en lugar de mostrarle el estado de la cuenta lo cuelgan de una grúa, y Qatar es un tostón que aprovecha las «offshore» para ayudar a los islamistas. Queda fuera de toda sospecha Pablo Iglesias, a partir de ahora Paul Churches, de ser el titular de una «offshore». Pero entre una «offshore» y el lavado de dinero, también conocido por la UDEF como «pitufeo», hay diferencias. El «money-laundering» –lavado de dinero–, aunque diferente al «offshore» es una práctica ilegal de muy complicada justificación.
Paul Churches, junto a John Charles Money-Box –monedero–, y demás revolucionarios españoles, reconocieron tiempo atrás que recibían pasta de Venezuela e Irán. Lo de Qatar es nuevo. Pero poco se sabe de las cantidades percibidas «para desestabilizar a España y su sistema con el fin de implantar un régimen revolucionario de izquierdas». Han sido muchos años de pingües y nebulosos acopios de dinero. Y ahora, la UDEF sospecha que aquel «crowdfunding» –ayudas a la financiación–, entre la militancia de «Podemos» puede ser, simplemente, un «money-laundering» para legalizar esos millones volátiles. Los militantes de «Podemos» pueden ser muy entusiastas, pero no tanto como para entregar al partido lo que no tienen en casa, y la policía ha detectado ayudas de 5.000 euros provenientes de personas sin los ingresos suficientes para hacer la declaración de la Renta. Es decir, un posible «money-laundering» como los testículos de un elefante, «Elephant’s eggs», que merece una investigación profunda y esclarecedora.
Si así fuera, lo inteligente y conveniente es que Paul Churches y sus huestes se adelantaran a los acontecimientos y reconocieran la chapuza. De no hacerlo, Peter Saint-Chess se encontraría huérfano y sólo ante los avatares de sus pactos. Está feo que un socialista pacte con los que quieren destrozar España, llaman «asesino» a Felipe González y reciben dinero de Venezuela, Irán y Qatar. Pero si además de todo ello, se dedican al «money-laundering», lo que tendría que hacer Peter Saint-Chess es comenzar su rápida carrera hacia su desaparición de la política española por indigno. Una carrera en cualquiera de las versiones existentes. Corriendo, o mediante el «footing», el «jogging» o el «running».
Este hombre está «finish».
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