Cataluña
Nadal, grande entre los grandes
Rafael Nadal, todavía insultantemente joven, se puede permitir sin el menor atisbo de soberbia –más bien lo contrario, de absoluta modestia–, declarar que hace tiempo que tiene cumplidos todos sus sueños. No solo es el mejor deportista de la historia de España, es uno de los más grandes del mundo. Pues con todo eso, además es de los pocos grandes personajes de cualquier actividad que se ha pronunciado sobre el separatismo catalán, sin buscar una respuesta de tercera vía, claro, clarísimo: «Que no me guste donde esté colocado un semáforo que está en rojo no quiere decir que me lo pueda saltar». Lo escrito, clarísimo. En una sociedad democrática y civilizada lo que procede es respetar la señal que te impide avanzar, y con todo el derecho del mundo, tratar de conseguir por los medios legales la colocación en mejor lugar de la señal de tráfico. Siguiendo con la metáfora, si te saltas el semáforo en rojo, te multan y te quitan puntos. Igualmente pasa en política, que si te saltas a la torera las leyes y la Constitución también te multan y te meten en un penal.
Echo de menos, a dieciocho días de la consulta ilegal, el pronunciamiento de personajes, entidades, sociedades y clubes deportivos, que se mojen y apoyen la unidad de España –disfruto repitiendo el nombre de nuestra patria–, en un país que somos los reyes de los manifiestos. Cuántas páginas de periódicos hemos vistos firmadas por cientos de nombres prestigiosos contra la guerra del golfo, contra el aborto o a favor del mismo, contra la discriminación femenina, contra la represión a los homosexuales... con sus manifestaciones correspondientes. Esto lo digo referente a toda España, quizás convendría excluir a Cataluña, porque sabido es que el miedo es un muy cruel enemigo. Ayer escribía sobre el gozo que me produjo una ceremonia de la iglesia a la que pertenezco, la Católica. Hoy cuando estoy extrañado del silencio de tantos, tengo que admitir que el más clamoroso es el de la Iglesia, ni la mini conferencia episcopal catalana, ni la conferencia episcopal de España hasta el momento han dicho ni pío, vamos ni Pió XII. La Iglesia ha sido siempre a través de una larga historia, uno de los pilares de esta nación y sabe más que nadie de territorios y leyes, que tantas veces le han sido tan favorables. Todavía hay tiempo, esperemos lo mejor, y por favor no dejen en manos de Dios la solución.
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