Elecciones generales
Ni con Rubalcaba como sparring
No hay quien afronte un combate dialéctico de la envergadura del cara a cara del próximo lunes sin un buen sparring. Y Pedro Sánchez tiene en Alfredo Pérez Rubalcaba a su entrenador para hacer frente a Mariano Rajoy. El candidato del PSOE ya se encerró con su antecesor en el cargo para preparar el anterior debate a cuatro de Atresmedia. El ejercicio más difícil de cuantos debe ensayar Sánchez será el de apretar los dientes para aprovechar la última oportunidad reparadora que va a concederle la campaña electoral.
El gran reto del líder socialista es ofrecer una imagen templada. La recomendación viene de sus asesores, que estiman que «debe evitar cruzar la línea del contraataque personal». No vaya a errar en lo mismo que en el último debate, cuando abandonó el plató mal encarado y sin haber sido capaz de digerir su papel. De hecho, el candidato ha vivido una transformación en cuestión de horas, con muestras de una mayor cercanía a los periodistas. «Mirad lo sonriente que estoy», ha llegado a lanzarles Pedro Sánchez.
En realidad, Sánchez se da de bruces con la realidad. Le asedian las encuestas, los famosos «trackings» que manejan los cuarteles generales de los partidos y que le colocan en tercera posición. Peor todavía: avisan del alto riesgo de ser sobrepasado por Podemos en muchos lugares. El presagio de una tormenta sin parangón sobre su cabeza se presenta de forma feroz. Las cacareadas apelaciones al orgullo socialista ni siquiera son capaces de traspasar los pasillos de las sedes. El ambiente interno es de desánimo. El PSOE vive un drama. Así resumen algunas fuentes la resignación imperante: “Nos hace falta algo más que un editorial de El País laudatorio de la figura de Sánchez para levantar el ánimo de las bases”.
El desaliento se ha instalado en las federaciones territoriales, donde no salen las cuentas. Observando provincia a provincia empieza a verse lejano llegar al centenar de escaños. ¿Y la remontada? Casi se considera increíble. Pedro Sánchez ha agotado todas sus balas y ya ha roto demasiados consensos internos. Uno de los candidatos que se presentó contra Tomás Gómez en las primarias por Madrid me resumía bien la situación actual: «Pedro se presenta por el PSOE pero sin el partido». Ésa es su realidad.
Mientras tanto, claro, en el rincón de enfrente del ring para el duelo dialéctico del lunes las cosas se ven de forma diferente. La campaña sonríe al PP. Por primera vez prácticamente desde 2011, la disputa sin tregua entre Ciudadanos, PSOE y Podemos le permite lanzar sus mensajes sin excesivas interferencias que los distorsionen. Los datos que maneja Jorge Moragas «apuntan subida» desde hoy hasta que los españoles acudan a votar el 20-D. De hecho, el equipo de campaña de Génova 13 está plenamente convencido de que el debate televisivo «va a ganarlo Rajoy con diferencia».
«Es un político muy curtido, con muchas tablas y que maneja los datos del Estado con soltura», afirma (seguro) de su líder uno de los VIP populares con el que hablo del próximo cara a cara. Aunque, lógicamente, observen con cierta preocupación el peligro que siempre representa la «fiera herida»: «Porque Sánchez podría estar tan acorralado que buscase la guerra sucia y los golpes bajos contra Rajoy», concluye mi interlocutor. Con todo, el dilema que roe estas vísperas el equipo de Moragas, más que el peligro del candidato del PSOE, es si resulta preferible para Mariano Rajoy mantener a su adversario débil con «respiración asistida» o «darle la puntilla política» delante de las cámaras.
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