Badajoz
Ni para un tráiler
Las mejores fiestas son las que uno acaba sin saber por qué había venido ni con quién. La de ayer era una gran celebración, pero a los espectadores, en vez de llevarlos a la evasión, los achicharraron con un privativo y endogámico desahogo contra la realidad. El Gobierno era el guión de Eva Hache y en él, por ganarse unos aplausos, banderillearon los que subieron a la tarima. En esta reiteración, Corbacho, ufano de ser el más punky, saludó sólo con el 21% al ministro. Antes de esta tarascada, ya había cuajado la sensación de que Wert era el Marimanta del carnaval de Badajoz, rodeado por una muchedumbre dispuesta a purificarse contra él. Fue un show pobre y tedioso. La realidad está para derribo –y la derecha tendrá que ponerse el cilicio y castigarse como todos los que nos trajeron hasta aquí–, pero como argumento de entretenimiento no da ni para un tráiler. El público va a olvidar su castigada condición de pueblo cuando paga una entrada: he ahí la ocasión perdida en la sala de montaje de la Academia de Cine. Ensartar chistes y gags sobre el Rey, la estafa financiera, los recortes y Rajoy está en los cantares del bar de la esquina. Del taxista al portero, del ingeniero al maestro y entre los millones de sufridores de la depresión y el despilfarro, todos tienen mil razones y sus quejas correspondientes. Era un escaparate, pero sólo nos contaron las miserias. Ni los cómicos, que diría Fernán Gómez, están ya por distraernos.
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