Ayuntamiento de Madrid

No así, Carmena, no así

La Razón
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Bien está que Carmena se preocupe por nuestra ficha médica (ya comprobamos lo sanos que estamos durante la crisis de la basura y el orín pavoneándose en la Plaza Mayor), pero entre el ying y el yang no sé si es más saludable que nos deje circular en estos días de infarto en los que vamos de la ceca a la meca como pollos sin cabeza que prohibir la movilidad a media humanidad.

Más del veinte por ciento de los madrileños están fuera de la ciudad en estas fechas. Hay, pues, menos coches en el escaparate. Y, sin embargo, la boina cada vez se hace más grande, la hipérbole de una cabeza bipolar que no ha dejado de fumar por muchos deseos que haya prometido al año nuevo. Los coches no son los únicos demonios que asaltan el bienestar de los pulmones. Pero a algo hay que echarle la culpa. Los automóviles no votan. Los conductores, sí. Carmena vende humo envuelto en ecologismo y en paridad con Europa, como si el continente perdido supusiera un modelo a seguir. Ahora que ciudades como París reconocen que estas medidas de culebrón no son eficaces, sino brindis al sol que no se ve. Que hay que hacer más y mejor.

Mientras tanto, los autobuses de la EMT, que dependen de la alcaldesa, pueden echarse a pecho todo el dióxido de carbono. Las calefacciones también. Pareciera que a Madrid se lo hubiese tragado la niebla que a punto estuvo de sepultar políticamente a Churchill. La chapuza es tan grande que no hay quien pueda explicarla. De hecho, si es tan grave no se entiende que la concejala de Medio Ambiente haya respetado sus vacaciones hasta el último momento, que si hubiera sido Ana Botella no quedaría de la ex alcaldesa más que las cenizas de su nombre. Carmena nos condena al caos sin pasar por el purgatorio. Ese tránsito en el que, si es necesario, expiar pecados por darle al embrague, o invertir para que la boina se vuelva delicada como una francesa.

A uno le gustaría ser humo en el aire como en una canción de Coque Malla, abandonarse a los quehaceres sin el estrés de una matrícula. Que nos facilitaran la vida en vez de sufrir la ideología puntera de la regidora. Madrid se va convirtiendo en un cementerio por la polución improvisada del equipo contaminante que nos gobierna. Si hace falta iremos en bicicleta o en patinete. Pero no de la noche a la mañana, sin tiempo para la siesta reflexiva. La culpa será de todos; la responsable es ella. La inigualable Carmena, la reina maga del desmentido y la farsa que no sabe por dónde sopla el aire. Claro que hay que actuar, pero no así, señora alcaldesa, no así. Con Madrid de ratonera cabreada y los conductores de potenciales delincuentes.