Cástor Díaz Barrado

No es fácil

La Razón
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Europa está fragmentada y ha iniciado el camino que recorren, desde hace algún tiempo, otras zonas del planeta. Es difícil detener el proceso de fragmentación y, aunque Europa aún resiste, nos acercamos a un escenario cada vez más incierto. La integración en América se diluye y queda muy poco de los esfuerzos que se han realizado en los últimos cincuenta años. Cada país americano busca su propio futuro y no se advierte, en modo alguno, un proyecto común entre un número significativo de estados. El continente americano ha optado por la diversidad sin límites y ha descartado la unión. La patria se impone y se reverencia. No hay atisbos de una voluntad política en sentido contrario. América tardará mucho tiempo en recuperar el aliento de la integración y no cuenta con líderes capaces de ilusionar en un proyecto conjunto, más allá de los intereses particulares de cada país. Los estados africanos no han alcanzado, tampoco, niveles aceptables de integración política o económica y se debaten, en muchos casos, en conflicto de muy difícil solución. El continente africano no se integra y no parece querer integrarse. No resulta fácil establecer, incluso, fórmulas de mera cooperación. El sueño de una África unida no habita en el pensamiento de los líderes que la gobiernan.

En el caso de Asia todo es más fácil para los Estados. Ni tan siquiera se suscita la más mínima integración. Sería muy difícil afirmar la existencia de proclamas en favor del «panasianismo». La causa de la unión entre los países asiáticos no tiene adeptos. Pero Europa, rota y fragmentada, resiste y todavía tienen que llegar tiempos peores para la integración. Los estados sólo piensan en destruir la integración.

La patria manda y decide. Rusia busca nuevos horizontes y nuevas metas y el Reino Unido se desplaza interminablemente. Europa se estira y se rompe, pero resiste. Sabemos que no es fácil. Nadie está a favor de Europa y muy pocos buscan la integración. La patria gobierna y se reafirma.