Unión Europea

No es no

La Razón
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En 1810 la población de EEUU superaba por poco los 7.200.000 habitantes; en la actualidad es de 319.000.000.

En cierta ocasión un grupo de estudiantes preguntó al presidente Kennedy que cómo era posible que cuando Estados Unidos era un país pequeño en población tenía capacidad de arrojar líderes de la talla de Washington, Jefferson o Lincoln, y que siendo un país tan grande y poderoso en la actualidad, no emergían hombres con ideas tan poderosas como para cambiar el mundo, sino que, sencillamente, cambiaban el mundo con poder y pocas ideas. Kennedy respondió lacónicamente que quizá los padres de EEUU dedicaban mucho tiempo a la reflexión y no tanto a la acción.

El año que termina es uno de los más interesantes de los últimos tiempos para sociólogos y politólogos. Frente a todo pronóstico, venció el Sr. Donald Trump en Estados Unidos, el Brexit en Reino Unido y el Sr. Renzi perdió el referéndum y su sillón al mismo tiempo.

Tampoco está clara la situación en Francia, parece evidente que el Partido Socialista va a quedar descabalgado de las Presidenciales, pero nadie se atreve a afirmar con rotundidad que el Sr. François Fillon, candidato conservador, vencerá a la ultraderechista Sra. Marine Le Pen. Las consecuencias de todo esto pueden ser tremendas para el planeta.

El año 2017 puede ser testigo de una importante involución en el desarrollo humanístico de las distintas sociedades. Un Presidente estadounidense que apuesta por el rearme nuclear y con el lenguaje más bélico de los últimos 40 años, la emergencia de nacionalismos estatales y regionales frente a la construcción supranacional y la emergencia de la extrema derecha con soflamas xenófobas.

Falta reflexión y profundidad en el pensamiento político de los dirigentes. Sin duda, deberían parar y meditar los líderes socialdemócratas, pero también los conservadores, porque está en marcha un cambio de paradigma que da al traste con un modelo de sociedad y la miopía es tan absoluta que no son capaces de verlo.

Cada vez que emerge un nuevo líder populista que conecta con la sociedad actual, se convierte en un portador de nuevos valores. No convence a las masas, son esos valores los que se encuentran preexistentes en la sociedad, no inventa ni descubre ideas que luego el resto sigue por convencimiento, sino que estos nuevos liderazgos, por esperpénticos que parezcan, expresan en voz alta los sentimientos del colectivo.

Por esta razón, los estudios que se han hecho indican que los votantes del Sr. Trump apoyan por encima de todo valores como el respeto a la autoridad. Creen que respetar la autoridad es más importante que enseñar a los niños solidaridad, ética o convivencia. También concluyen que el temor ante la inmigración y el sentimiento de competir por la subsistencia con los recién llegados impulsó definitivamente tanto el voto en EEUU como a favor del Brexit en Reino Unido.

El neoliberalismo junto a la demonización de la intervención de los poderes públicos, ha contribuido a crear un mundo en el que el dinero lo es todo. El discurso público ha cambiado en las calles y sobretodo en las redes sociales, en donde es habitual el lenguaje xenófobo y racista.

La izquierda democrática debe trabajar en la reconstrucción de los valores progresistas. Europa fue un lugar amable cuando socialdemocracia y democracia cristiana pactaron el reparto de la riqueza. Sin el cambio de valores no habrá nuevos y potentes liderazgos, pero sin líderes solventes ha sido imposible vencer los valores del egoísmo y la mercantilización de la persona. Pero claro, esto está más allá del «no es no».