Agustín de Grado

No es partido para viejos

La soliviantada alma republicana del PSOE tragó quina con el impecable discurso de Rubalcaba en defensa de la Monarquía parlamentaria como garantía de las aspiraciones políticas. Así que no más. Asumida a regañadientes la normalidad de la abdicación, que ya no cuenten con ella para el aforamiento de Don Juan Carlos. La militancia socialista ha desbordado el sentido común, huye de la moderación y está en carrera por la calle de la izquierda para ver cómo evita que Podemos les vacíe las urnas de votos. El PSOE ya no es partido para viejos. Felipe González lamenta que la formación del verdadero Pablo Iglesias haya perdido de vista un razonamiento histórico: desde que fuera fundada hace 130 años en la madrileña Casa Labra, es la primera vez que un Rey ha sido neutral, respetuoso con la democracia y su mayor defensor. A los jóvenes candidatos que aspiran a dirigir el partido les bastaría conocer la turbulenta historia de España de los dos últimos siglos para valorar lo que ha supuesto la Monarquía parlamentaria para la convivencia en paz, progreso y libertad. Con un Rey constitucional la izquierda ha gobernado más años que la derecha sin problema, imponiendo incluso sus criterios morales. Pero los cachorros socialistas están infestados de adanismo, esa limitación adolescente que te lleva a creer que el mundo comienza con uno mismo. «Los socialistas deberíamos tener menos dudas que nunca», advierte González. Y sus palabras se las lleva el viento. Arrebatado de urgencias, el PSOE que se está gestando llega huérfano de perspectiva. Sólo tiene oídos para la flauta de Hamelín de la nueva izquierda. Les suena original. Aunque la melodía sea tan antigua como su coleta.