Editorial

Un partido bajo sospecha y sin futuro

La puerta abierta para indagar sobre la caja del PSOE no es una especulación, sino una certeza que obviamente está sobre la mesa a cuenta de los millones de euros en mordidas sobre los que se desconoce su paradero

Un día ha cumplido Santos Cerdán en prisión como presunto cabecilla de una organización criminal que anidaba en el sanchismo. En el Gobierno y en el PSOE aún no se ha dado con el argumentario adecuado para atemperar los estragos del escándalo. Muy probablemente porque no exista el relato que minimice el daño en una ciudadanía hastiada e indignada por los abusos de un régimen que ha degradado la convivencia y el estado de derecho como ningún otro en la Europa democrática. Así que los socialistas han pasado de ese tempano de frialdad indecorosa de María Jesús Montero, condenando la memoria del que era su amigo Santos Cerdán, al casi duelo de la decepcionada portavoz Pilar Alegría, pasando por el silencio y el dontancredismo del presidente Sánchez. La narrativa de Ferraz y Moncloa no se ha apeado del guion en el que el PSOE es un partido ejemplar, de enérgica respuesta contra las conductas impropias, fiscalizado al milímetro, sometido a auditorías externas y comprometido con la máxima transparencia. Obviamente, es una línea argumental sobrada de fisuras que agita más que templa el languideciente estado del sanchismo. Se agolpan las preguntas y se escabullen las respuestas rotundas sobre la supuesta red criminal dirigida durante años por los personajes más poderosos del partido y del Ejecutivo. Están desbordados porque la mentira ha dejado de ser un arma eficaz bajo los testimonios altos y claros en primera persona de las fechorías. A medida que las investigaciones progresan, se fortalece la convicción de que con las felonías conocidas no nos encontramos en el principio del fin, sino en el final del principio del estado de corrupción que intuimos, pero que aún no conocemos en su integridad. El magistrado Leopoldo Puente expuso alguna pista sobre la cara oculta del caso que muy bien pudiera ser PSOE o Sánchez. El instructor apuntó que «más personas físicas o jurídicas», además del tridente Ábalos-Koldo-Cerdán, se habrían beneficiado de la trama. La puerta abierta para indagar sobre la caja del PSOE no es una especulación, sino una certeza que obviamente está sobre la mesa a cuenta de los millones de euros en mordidas sobre los que se desconoce su paradero. Como era de esperar el Gobierno dedicó buena parte del consejo de ministros a defender que «no hay ningún indicio» que apunte a la implicación del partido en la red de Cerdán. Pero es que esas fueron sus exactas palabras, acompañadas de toda clase de descalificaciones y difamaciones, cuando las pesquisas sobre las corruptelas sanchistas estaban en sus albores. No existe el beneficio de la duda en su caso, sepultada bajo montones de mentiras, mala fe e indignidad. Aplicar la lógica en derecho no equivale a una sentencia, pero ofrece pistas solventes. El dinero lleva a Cerdán y a Ferraz como en tiempos de Filesa y la condena del PSOE por financiarse ilegalmente.