Julián García Candau
No falta a la orla
Ganar la Copa Confederaciones no es cuadrar el círculo. No se trata de completar el historial de la generación de campeones. No es imprescindible para la orla. Hay que olvidarse de los deseos de dar el «maracanazo». No es el momento de tomarse la revancha por la goleada de 1950. No hay que vengar la derrota de México cuando el australiano Bambridge no dio validez al gol que marcó Míchel. Televisión Española demostró que el balón había entrado en la meta de Carlos. No hay que remediar el error de Cardeñosa, que en Mar de Plata fue autor de uno gol nonato. España y Brasil no se deben nada. No hay querellas pendientes y menos con un país que nos ha proporcionado placeres futbolísticos con jugadores que en toda la geografía balompédica española han protagonizado grandes tardes.
Lo incomprensible es la actitud del público brasileño, que ha tomado a «La Roja» como muñeco de pim-pam-pum y vudú. No ha habido partido sin que el público local no se haya manifestado en contra del campeón mundial y europeo. Probablemente, ha tenido el presentimiento de la derrota y ello lo ha puesto de manos, como si fuera el Uruguay del auténtico «maracanazo». Da la impresión de que acusa a «La Roja» de haberle robado el «jogo bonito», lo cual es verdad si tenemos en cuenta que los españoles juegan tan bien como lo hicieron en otros tiempos los brasileños. España tiene a Xavi e Iniesta y a Brasil le faltan Gerson y Zico. Pero ese es su problema.
Posdata. Pep Guardiola, el políglota, no será cónsul de España en Múnich. El ministro José Manuel García Margallo es madridista.
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