Operación Lezo
Objetivo Moix
Hay determinadas cosas que no pueden cambiar. Que el PSOE nunca va a permitir. Por eso ya puede poner en marcha el PP todas las leyes de Educación que quiera que nunca entrarán en vigor. O si entran será con las modificaciones que imponga el PSOE. Me remito a los hechos. Y hay una Fiscalía, la de Anticorrupción, que siempre ha funcionado por libre. Un decir. Porque esa libertad era para unos temas sí y para otros ya veremos cuándo.
El caso es que ayer el Gobierno dejó en manos del fiscal general del Estado la dimisión del fiscal jefe Anticorrupción Manuel Moix. A la vez, el Ejecutivo culpaba a los fiscales rebeldes de Anticorrupción la filtración sobre la sociedad «offshore» en Panamá creada por su padre y de la que Moix tiene el 25%. Por supuesto que, con este planteamiento, muchos diputados del PP le daban ya por amortizado aunque por lo bajines aseguraran que la culpa de todo la tenían los choques que habían tenido por la «operación Lezo».
Los ciudadanos no comprenden por qué a un fiscal con más de 30 años de experiencia se le puede montar un tinglado como éste en pocas semanas. Y tampoco entienden que unos fiscales –cuyas plazas están a punto de renovarse– estén dando una colosal batalla para seguir controlando la Fiscalía. Por eso me sorprende escuchar como todo argumento para el cese de Moix que debe marcharse porque es incapaz de poner orden en sus subalternos. No, ése no es el problema. El problema es que hay jueces y fiscales que quieren aplicar la ley como ellos quieren. Y, aunque la Justicia es jerárquica, nunca admitirán que nadie pueda decirles lo que tienen que hacer. Hoy es Moix. Mañana será otro. Y el PP mira hacia otro lado.
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